jueves, 17 de marzo de 2011

No estabas

Me levante casi de un salto, lleno de angustia, lleno de ansiedad, el sudor recorría todo mi cuerpo y fuera de la habitación todo estaba obscuro aun, el frio de la madrugada poco a poco fue calmando mi sentir, se calmo el sudor, un vaso de agua ayudo a tranquilizar mi respirar, mi corazón poco a poco regresaba a su ritmo normal, y ya con mi ser en calma recordé aquello que tanto me afligía, simplemente debía volver mi vista y confirmar si era cierto, pero el temor a confirmar lo que ya sabía, o por lo menos lo que creía que sabía, no me dejaba realizar este simple ejercicio.

Es tan fácil caer en la tentación del banal recuerdo, es tan fácil disfrutar de las mieles del pasado en el resguardo de la memoria, es tan fácil soñar, despierto o dormido, con esos momentos en los que se acaricio el cielo con los dedos y se besaron las estrellas de la forma más sublime, es realmente tan sencillo fijar la vista en el horizonte y contemplar como nuevamente sucede todo, pero esta vez soy un espectador y no un protagonista, esta vez no puedo hacer nada, simplemente observo, esta vez simplemente percibo los recuerdos ante mis ojos, los cierro y te sigo viendo.

Es tan sencillo caer en las mieles del recordar, y es tan adictivo ese agridulce sentimiento que acapara mis ideas, llena tan fácilmente los sentidos ese dulce amargor del ayer, esa tentación de ver hacia atrás y sonreír pensando, tal vez en un hoy, tal vez hasta en un mañana, es tan seductor el proceso de volver a vivir los momentos ya gastados, los minutos ya muertos, los segundos que se despiden en su impostergable destino, es tan grande mi deseo por ver atrás.

Finalmente giro sobre mis talones y lentamente fijo mi mirada en lo que sé desde un inicio es la realidad, allí donde todos los temores se unen, allí donde se esfuman las fantasías, allí donde mueren los recuerdos, allí donde se suicidan las esperanzas de ver que simplemente estaba soñando, que fue una conjunción de recuerdos los que indujeron este sueño, o fue un sueño el que indujo los recuerdos.

No importa que sucedió, tampoco importa que sentí, de poco vale decir que soñé y menos aun que fantasía vi, lo único que vale decir es que dormía y soñaba y al despertar la brutal realidad, la cruda verdad, simplemente… tu, no estabas.

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