martes, 29 de marzo de 2011

CAPITULO XXI, EL INICIO DEL MISTERIO

Después de aquella pregunta tan directa realizada por Fernando, no supe claramente que responder, había sido tan especifico, tan claro, tan transparente, parecía que sus ojos, antes agobiados, ahora encontraban finalmente un poco de consuelo, pareciera que su mirada avizoraba que el final de un largo silencio estaba por empezar, la pregunta me la repetía mentalmente una y otra vez…

- Y vos, realmente sabes que fue lo que paso?...

Recuerdo también mi tartamudeante respuesta, esa que trate de articular de la mejor forma posible, con el escaso conocimiento real de lo que había pasado en el país, y, como sucede siempre que uno da una respuesta sin tener suficiente información, tiende que quedar ante los conocedores del tema como otro estúpido que cree que sabe.

- Pues, es que no hay mucho que saber, derivado de la guerra fría, las potencias mundiales de aquellos años financiaban guerras internas de los países de Latinoamérica y generaban dictaduras, guerras civiles y discusiones de ideología política y económica.

Vi como trato de que su sonrisa no evidenciara la confirmación de lo que el ya sabía, mi respuesta seria totalmente superficial, general y poco profunda, sonrió amablemente como solo el sabía hacer, con un cigarro en los labios y su voz grave me dijo

- Pasemos a almorzar mejor, después seguimos hablando de historia, mira que tu mama y tu tía no dejan de reírse, eso debe ser hambre o locura.
- Jajaja es cierto - no pude evitar sonreír, y nuevamente ponerles atención, era cierto, estaban riendo a carcajadas, en su mundo, ni siquiera se habían percatado de nuestra conversación-

Pasamos al comedor y nos incorporamos a las risas de ellas, tratando de ponernos al día de lo que sea que hubieran estado hablando, pues parecía ser sumamente divertido, algo pudimos rescatar y reímos también nosotros, aunque sabíamos que definitivamente había una parte de lo que ellas habían dicho de lo cual no nos enteraríamos nunca, cosas de mujeres dirían ellas

La comida paso a la mesa, nos sentamos los 4 a almorzar y seguían ellos recordando todo lo que habían vivido, me impresionaba ver como mi madre reía tanto de una época de su vida que creí había sido sumamente dura, entendí ese día que siempre hay espacio para las sonrisas, por muy difícil que sea la situación siempre hay de que reír y razón para ser felices.

Recordaban como había afectado el terremoto de 1976 la ciudad Antigüeña, como tantas personas habían quedado sin nada y cuántas vidas se habían perdido, pero dentro de aquella tragedia de grandes dimensiones, también iniciaron a contar como habían sobrevivido en los días siguientes al terremoto, como habían compartido, como se habían cuidado mutuamente y como habían visto tantas cosas “raras” acontecer por aquellos días.

Fue esa tarde cuando supe que mi padre, en uno de los días posterior al terremoto, había regresado a casa después de un turno medico larguísimo atendiendo emergencias del hospital, y lo único que quería era una ducha y dormir, entro a casa, inicio su proceso de ducha y en esos momento hubo una réplica del terremoto, otro temblor fuerte sacudía a los ya afectados pobladores, mi padre salió corriendo pues estaba seguro que en el hospital había heridos, el hospital había sido afectado en su estructura y el como jefe de la emergencia se sentía responsable de apoyar en lo que fuera, corrió hacia el hospital, y fue a mitad de la calle cuando noto que tras de el venia mi madre corriendo con una toalla, hasta ese momento se dio cuenta que estaba desnudo y lleno de jabón, esa fue una, de tantas historias que compartían, y por supuesto, las carcajadas de todos mientras contaban la historia hacia que el relato fuera cada vez más extenso y divertido.

Así fue como me entere de tantas historias, de un periodo de la historia en el cual yo no existía, pero ellos se encargaban de ponerme al día y relatarme con tal detalle los acontecimientos que podía prácticamente imaginar a mi padre muerto de la risa, lleno de jabón, a mitad de un de las principales calles de aquella ciudad y haciendo reír a los vecinos que por allí caminaban a esa hora.

Pero mientras los relatos seguían, la comida se terminaba poco a poco, las cervezas bajaban su nivel y la calma poco a poco volvía a la mesa, aquella mirada de Fernando regresaba a ser la misma que había visto minutos antes, esa que estaba esperando el momento oportuno de hablar, esa que buscaba el momento preciso para liberar todo lo que guardaba su interior.

Yo no podría esperar más por saber lo que sea que el quería contar, así que tenía que aprovechar aquel momento de la forma que fuera, era uno de esos momentos en la vida que no puedes dejar pasar, pues algo dentro de ti te dice que si se va, lo más probable es que nunca volverá y decidí no correr ese riesgo.

Y así lo hice, retome el tema del sacerdote y el periódico en la mesa, nuevamente comentando lo cruento de aquel evento y mi pregunta de por qué alguien arriesgaría su vida de tal forma, mi sorpresa fue que mi tía bajo la mirada, y mi madre y yo iniciamos a comentar los hallazgos que se habían tenido y el rumbo de la investigación y no digamos el juego político que se desato, mi tía vio a Fernando con una mirada de aprobación, como diciéndole que ese era el momento, mi madre siguió hablando, yo guarde silencio y espere expectante por las palabras de Fernando, el respiró profundo, se acomodo como quien se prepara para iniciar una larga conversación y entreabrió los labios para dejar escapar un suspiro, lo bueno estaba por vernir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos encanta leer tus comentarios, por favor dinos que piensas

A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...