jueves, 25 de octubre de 2012

Así como usted sabe que a mí me gusta…


-          Hola buenos días
-          ¡Buenos días!, ¿Cómo amaneció? – respondí amablemente pero intrigado por la llamada directa de mi jefa a mi extensión a tan tempranas horas de la mañana
-          Bien gracias, ¿mire puede venir un ratito a mi oficina?
-          Si claro ahora mismo – la pregunta era pura amabilidad y solo tenía una respuesta posible
-          Y por favor tráigase su cuaderno de apuntes y su compu
-          Claro que si, ahora mismo voy – lo dije con una convicción que por un momento me recordó al entrañable personaje del cómico Cantinflas y su conocida frase “ORDENES JEEEFEEEEEE!!!” aunque en este caso era jefa

Para poner un poco en contexto esta historia he de comentar que esta jefa tenía una memoria impresionante, recordaba absolutamente todo lo que decía, tenía un sinfín de personas trabajando para ella en 7 países y a todos les sabia el nombre, más allá de eso, sabia de sus familias y sus problemas personales, penas, logros, hobbies y hasta puedo asegurar que color favorito y día de nacimiento, esto era algo que se sentía sumamente agradable y ayudaba a crear un equipo en todo el sentido de la palabra, pero la una memoria así de prodigiosa intimida a cualquiera.

Entonces una llamada a primeras horas de la mañana, solicitando presencia con computador y cuaderno de apuntes solo puede significar una cosa, hay algo que dije que haría y que no hice y por supuesto a ella no se le olvida

-          Hola buenos días, con permiso – dije con cara de preocupación
-          Hola ¿como esta?, pase adelante – me saludo con una naturalidad impresionante
-          Gracias
-          Siéntese – dijo señalando la mesa de reuniones y sacando el más temido de los artefactos, parecía sacado de una obre de terror, extraído de la mismísima inquisición de la edad media y traído al presente con el único fin de torturarnos, era la personificación misma del infierno de dante, era su cuaderno de apuntes
-          Gracias… - lo dije más tartamudeando que otra cosa, el fin estaba cerca, podía sentirlo.
-          Mire, ¿se acuerda de aquello que me dijo aquella vez que nos reunimos? – cual perro regañado solo sentí que mis orejas bajaron, mi corazón palpitaba a mas no poder, las manos me sudaban y lo que es peor, NO RECORDABA QUE ERA AQUELLO QUE DIJE Y CUANDO FUE QUE SUPUESTAMENTE LO DIJE!
-          Este, pues… la verdad es que… no – era momento de escapar, cubrirme con algún objeto, creerme Neo el personaje de Matrix y esquivar lo más posible las balas que se dirigirían a mi
-          ¡Bien hombre! Aquello que me dijo aquella vez y que usted ya sabe cómo es que yo lo quiero, ¿se acuerda? – ¡AUXILIO!
-          Ha si, si ya me acorde – último intento desesperado de salir medianamente bien parado y ganar un poco de tiempo para hacer búsqueda de que fue lo que dije
-          ¡Qué bien!, entonces ¿le parece si lo vemos mañana? – esto era una tortura
-          Si claro con gusto – quería salir corriendo, comprar un boleto al Tíbet y esconderme en la seguridad de la distancia, que el edificio se cayera o bien que me diera un ataque repentino de buena memoria y recordara que había dicho, pero claro la vida no es tan amable en estos casos
-          Ok, entonces mañana a las 10 am vemos el tema.

Amablemente me despedir y con un esfuerzo enorme inicie mi camino hacia mi oficina aparentando normalidad, tranquilidad y confianza en lo que habría que hacer, entre a mi oficina, cerré la puerta y allí finalmente puede empezar a temblar con total libertad mientras mi mente recorría todos los rincones de mi recuerdo escarbando por información, como era de esperar y después de un par de horas de esforzarme con mi mente inicie la segunda opción, tal vez y solo tal vez, por alguna coincidencia o iluminación divina yo habría apuntado algo en mi cuaderno de aquella reunión, claro como no sabía de cuál de todas las reuniones estábamos hablando pues me toco leer todo mi cuaderno de apuntes poniendo toda mi intención y energía, el resultado fue el mismo que con mi cerebro, ¡NADA!

Revolví los archivos de mi computadora, revise correos, apuntes viejos, archivos en proceso pero nada parecía tener una forma ligeramente cercana a un requerimiento pendiente, decidí entonces tocar las puertas de alguno de mis compañeros de oficina, tal vez ellos recordaran algo, tal vez ellos me pudieran dar una luz

-          Vos, mira, ¿yo no te conté nada de algo que tuviera que entregarle a la Jefa? – dije con una mirada de angustia en mis ojos
-          No vos, nada que yo recuerde – dijo casi compadeciéndose de mi crisis
-          Pero así ¿nada de nada?
-          No, pero si queres busquemos en las minutas de las reuniones de grupo, tal vez allí hay algo – ¡eso! Tal vez lo habíamos conversado
-          Si dale revisemos

Fueron un par de intensas horas leyendo documentos de prácticamente los últimos 12 meses, no había nada pendiente, nada extraño, nada que pudiera haber quedado en el tintero, nada que diera una pista, entonces vino a mí la inocente idea (por no decir pendeja idea) de que realmente no tenía nada pendiente y que probablemente sería mi jefa la que creyera que habíamos hablado algo, esto me dio un poco de tranquilidad y el valor necesario para presentarme en su oficina y expresar la realidad.

-          ¿Tendrá un minuto para atenderme? – dije mientras me paraba en la puerta de su oficina
-          Si claro, pase adelante
-          “fíjese” que por más que he buscado y buscado no logro encontrar referencia a algo que yo tenga pendiente
-          ¿En serio? – dijo casi sonriendo

Saco su temida y admirada arma medieval, con total destreza la ubico sobre su escritorio, inicio a pasar paginas rápidamente y de pronto se detuvo en una y dijo

-          Si aquí esta mire – dijo mientras señala un apunte en el cuaderno de la muerte
-          Ajaaa
-          Aquí dice que en la reunión que tuvimos el 14 de mayo a las 2 de la tarde se definió la prioridad del nuevo proyecto estadístico
-          Ya…. – mi cara no sé si era más de sorpresa, angustia o vergüenza
-          Y usted quedo de hacer un plan piloto del tema
-          Claro, mañana a las 10 como habíamos quedo lo tengo listo – no pude decir otra cosa
-          Bueno, y le encargo el plan venga así como a mí me gusta, usted ya sabe cómo, ¿se acuerda verdad? – ¡su maldad no tenía limites!
-          Esteee… si… creo…

Aquel día entendí por qué aquella arma medieval, el cuaderno de apuntes, era tan temido y odiado, se hicieron planes de atentado y hasta se intentó sobornar a la asistente personal para que facilitara el acceso y destrucción de aquella arma, pero eso nunca sucedió.

Hoy por alguna razón, que no sé cuál es, me desperté recordando a esa jefa que me enseño a trabajar divirtiéndome y divertirme mientras trabajo, esa que con ejemplo mostro lo que la pasión por hacer las cosas bien significa y que con su humildad e inteligencia dictaba cátedra continua de profesionalismo, búsqueda de la excelencia y demostraba que la frase “no se puede” no existe.

Gracias a aquellos días, hoy me divierto mientras trabajo, disfruto los proyectos, veo lo positivo hasta del más obscuro panorama, por que como dijo ella algún día

-          ¡Pero ellos no tienen minibar! – aunque claro, esa es otra historia.

¡GRACIAS!, aunque he de confesar que al cuadernito ese todavía le tengo miedo y ¡mucho!

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