Escondido tras la yerba, en un atardecer
nublado y lluvioso, acechando como cazador salvaje que espera el momento
propicio y la señal que le confirme lo que esta noche habrá de hacer, la lluvia
es fuerte aunque no torrencial, escurre gota a gota por su traje camuflajeado,
su fusil apunta al centro de aquella aldea y observa, casi contemplando, como
los niños juegan, como los hombres llegan a sus humildes hogares después de 14 horas de trabajo en el campo, cada detalle
pasa frente a sus ojos como película en cámara lenta.
Su mirada esta fija y no pierde detalle,
sus oídos perfectamente educados están en máxima alerta, tras de él hay un batallón
esperando una señal para entrar en acción, todos saben que tienen que hacer,
las instrucciones fueron claras y directas, no hay espacio para errores, ellos están
allí para actuar no para pensar, para pensar están los jefes que fueron claros
al decir que debían hacer.
Poco a poco la luz fue desapareciendo y
fueron las tinieblas de la noche las que cubrieron a la fuerza elite de
combate, los niños ya estaban ingresando a sus hogares, las amas de casa
preparaban en sus precarios recintos, la familia se preparaba para alimentarse
de tortillas de maíz y cualquier cosa que pudiera proveer algún alimento, los
tiempos no habían sido buenos y la guerra les dejaba muy poco para vivir.
El batallón seguía afuera, inmóviles,
soportando las inclemencias del tiempo, la lluvia arreciaba y los relámpagos iluminaban
la noche, la temperatura descendía bruscamente, nada de esto los alteraría, habían
sido entrenados en el recinto especial en Poptun, no eran cualquier soldado,
eran Kaibiles, fuerza elite alrededor de la cual circulaban muchas leyendas de
lo más cruentas y sanguinarias, ellos
nunca las confirmaban ni las negaban, alimentando el morbo y el misterio que
rodeaba su rango, casi saboreando el miedo que su presencia producía en las
comunidades.
Solo sombras podían observar proyectadas
en las casa de adobe, eran paredes sin ventanas pues la guerra les había enseñado
que las ventanas eran peligrosas, podrían entrar balas perdidas, visitas
inesperadas o antorchas incendiarias, las casas eran mas bien cubos con una única abertura que era la utilizada
como puerta de acceso, sus miradas tenían identificados sus objetivos, la tarde
había sido aprovechada para cuantificar el número de aldeanos, los caminos de
acceso habían sido cuidadosamente bloqueados para que nadie pudiera entrar o
salir de aquel lugar, todo estaba preparado.
Solo un aldeano sabia de aquella
presencia, solo el sabía lo que estaba por venir, su casa estaba marcada con un
símbolo en forma de cruz en su puerta, un símbolo que para todos pasaría desapercibido
pero que para él y el batallón era la señal que haría la diferencia, antes del
anochecer llamo a su esposa y sus hijas, cerró la puerta y les prohibió salir,
se sentó recostado en la puerta bloqueando cualquier intento de su familia de
salir de la vivienda, ellas lo miraban llenas de angustia y miedo, el
simplemente empino sobre sus labios la botella de aguardiente, cerró los ojos y
espero que el alcohol adormeciera sus sentidos.
En el cuartel, no muy lejos de allí, los
oficiales saciaban sus instintos con las “putitas” que habían llevado para
pasar el tiempo, niñas de no más de 15 años que vendían sus cuerpos a cambio de
un poco de dinero para sobrevivir, en el mejor de los casos, o bien a cambio de
mantener con vida a sus familias, con el ron recorriendo sus venas sobrellevaban
los oscuros capítulos a los que eran expuestas.
En el medio de aquella orgía de llanto,
jadeos, placer y lágrimas, donde convivían el miedo, el morbo, el poder y
tantos otros instintos humanos, el oficial de más alto rango termino su faena
con un gutural suspiro, lanzo al lado de la cama a la niña que lo atendía, se levantó
sin pudor alguno, camino hacia la radio, vio su reloj y fríamente lanzo la
señal
·
Es hora
·
Copiado
En la aldea estaba por iniciar el evento
antes planificado, los únicos testigos serían los relámpagos, los gritos serian
apagados por el estruendo de la lluvia, los disparos confundidos con truenos,
el tiempo se detendría en aquel momento y daría paso a la representación más gráfica posible de todos los niveles del infierno de Dante
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos encanta leer tus comentarios, por favor dinos que piensas