Mientras camino por este obscuro sendero llamado vida, mientras voy por el camino sin poder ver, necesito utilizar mis manos para ir palpando el camino, para ir identificando los límites del sendero, para experimentar las afiladas espinas que en mi caminar interfieren, o la suave textura de los pétalos de rosa que guían amablemente. Es todo tan obscuro, tan limitada mi visión, que lo único que puedo hacer para ir avanzando es palpar, y aprender a sobrellevar las heridas de las espinas y a disfrutar las caricias de los pétalos.
Fue tu dulzura y tu suave mano quienes me guiaron, no en el camino, simplemente me enseñaste que si no veía el sendero era porque mis ojos estaban cerrados, que al abrirlos podría ver la realidad antes de palparla, que podría anticipar mis movimientos y sortear aquellos obstáculos innecesarios, y también serian ellos los que me ayudarían a levantarme de una mejor forma después de haber tropezado con alguno otro obstáculo que por falta de atención no pude esquivar.
Fue también tu paciencia, la que me mostro que en el sendero no voy caminando únicamente yo, aquí van muchas personas, cada una con sus caídas, cada una con sus aprendizajes, cada una con sus retos, cada una con sus aciertos, y al ver esto entendí que si pones atención, si ves de cerca y ves los detalles puedes aprender, con las experiencias de los demás, puedes aportar tus experiencias para que otros eviten aquello que tu ya pasaste, aunque siempre con la mente clara de cada uno es responsable de sus decisiones, yo decido que de lo que vi quiero aplicar, y cuando comunique mis experiencias, serán los demás quienes decidan si les sirven o no, así de simple y fácil es el camino.
Mi felicidad era casi completa, al darme cuenta que podía decidir y no solo dejarme llevar, al entender que el camino era mi responsabilidad y no mi destino, al comprender que las huellas de mis pasos pueden servir de guía para alguien mas, asi como algunas huellas me han servido a mi de inspiración, guía y algunas veces de alerta.
Tome conciencia entonces, que hasta antes de abrir mis ojos, fueron mis manos las que me guiaron, las que me previnieron, las que me dijeron cual camino parecía más seguro, las que palparon al inicio y aun hoy lo hacen cuando los ojos no logran ver con total claridad, nublados por alguna de las tantas nubes de conocimiento. Fue en ese momento cuando mi vista bajo a mis manos, y vio algo con lo que había vivido, pero de lo que no se había percatado, mis manos estaban llenas de cicatrices, algunas y cerradas y otras aun en proceso, vi como cada caída había dejado una marca y estaba allí la cicatriz para recordarme que aprendí, ya no dolía, solo hacia recordar, también guardaban memoria de los pétalos mas tersos que alguien pudo percibir jamás.
Así entendí como la vida con paciencia y su mano sabia me guio en mi proceso de abrir los ojos, entendí como puedo aprender de los demás y también como pueden mis huellas ser alerta o guía en el camino de los demás, pero mis manos llenas de heridas y sensaciones no tienen precio.
La vida te da la oportunidad de visualizar posibles obstáculos y nuevos paisajes, nosotros decidimos cuales enfrentar, cuales esquivar, cuales disfrutar y cuales dejar pasar, pero una cosa es segura, cada cicatriz, cada herida y cada sensación agradable es producto de lo que nosotros decidimos y eso es lo hermoso de esta existencia.
Mira tus cicatrices… disfrútalas, recuerda la razón por la que están allí, el aprendizaje que dejaron puede ser la sensación más dulce de todas.
Este es un lugar abierto a comentarios, ideas, pensamientos, artículos, queremos compartir y aprender. Queremos mostrar los primeros pasos de una historia, tal vez sea aqui donde se complete, por favor pasen adelante.
jueves, 27 de enero de 2011
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