sábado, 22 de enero de 2011

CAPITULO XIV.a, LAS ANÉCDOTAS

Después de tan especial reunión, no podía dejar de ver en mi mente las imágenes de tantas anécdotas contadas a mi persona en el transcurso de los días, en el transcurso de los años, pedazos de historias que delineaban la personalidad de mi padre, la personalidad de ese ser que tanto quería conocer, de ese ser del que tanto ansiaba saber más, entender mas, comprender mas, lo mágico de aquellos relatos es que poco a poco se complementaban y daban forma a una historia real.

Fueron innumerables los relatos y anécdotas ese día, y mi mente automáticamente relacionaba estos nuevos fragmentos de historias, con los anteriormente contados por mi madre o alguna otra persona que en algún momento estuvo en contacto con él en el pasado, tantos momentos vistos de tan diferentes ángulos que me daban la oportunidad de ver a mi padre en sus diferentes facetas, es sus diferentes ambientes, en sus diferentes perfiles, me dejaban verlo lo más parecido posible a ese ser humano que tanto admiraba, y mientras más lo conocía mas orgulloso me sentía de él.

Una historia muy conocida para mí era la que hacía referencia a la celebración de mi padre cuando gano su privado universitario, según me comento mi madre aquella noche decidió agradecer a su padrino universitario, y por eso lo invito a el y a unos amigos más a cenar solos y celebrar con un par de bebidas “espirituosas” aquel acontecimiento, una celebración sencilla, tranquila y en un principal plan de agradecimiento hacia su mentor.

Esa era la parte de la historia que mi madre me contaba, y la cual estoy seguro que era la historia que ella creía verdadera, esa donde se imaginaba a mi padre, con todos los protocolos que la etiqueta requerían, agradeciendo en un evento especial a quien lo apoyara en su proceso de crecimiento como médico, una reunión especial, una reunión profunda, una reunión inolvidable.
El día de la reunión con toda la familia, en medio de risas e historias, pregunte a mi abuela por aquella celebración, y le conté con mucho orgullo la historia que mi madre me había contado, la historia en la que mi padre hacía gala de caballero, de personaje educado, hacía gala de amigo, de nobleza, de clase, de elegancia, de tantas virtudes que me hacían falta palabras para describir todas las características que a mi mente venían.

Mi abuela me vio con una mirada con la que ya me había visto en el pasado, una mirada que solo ella sabía hacer, una mirada que la llenaba de orgullo, le encantaba ver que su nieto veía con tanta admiración a su hijo. Pero al mismo tiempo vi como sus labios se curvaron casi automáticamente, marcando una sonrisa en su rostro y vi como hacia un esfuerzo sobre humano para no reír a carcajadas.

Mi cara de duda no podría haber sido mayor, tenía un desconcierto al ver aquella risa, como quien se riera de mi lado de la historia, como si lo que yo acababa de contar fuera una mera fantasía, una historia creada en mi imaginación. Ella parece haber percibido aquella expresión, y con todo el esfuerzo del mundo, venciendo finalmente las carcajadas, pero aun con su sonrisa en los labios y su mirada picara, alcanzo a decir con un poco de esfuerzo, “si, así como tú dices es que pasó”.

La curiosidad que despertó en mi aquella reacción y aquella respuesta fue enorme, que cosa no sabía yo, que cosa no sabía mi madre, que parte de la historia sería tan graciosa?, o seria simplemente el como yo lo conté lo gracioso?, que mas habría pasado aquella cena especial?, todas esas preguntas y muchas más venían a mi mente, pero sabía a ciencia cierta que no era el mejor momento para preguntar.

Lo interesante de la historia, es que algunos años más adelante, en una cena en la casa de quien fuera mi novia en aquellos días (mi actual y amada esposa), conversando con sus padres, ella menciono que mi padre había sido medico, al igual que su padre, y que su fecha de graduación fue cercana, el padre de ella me pregunto cómo se llamaba mi padre, con total orgullo, sinceridad e inocencia le dije el nombre de mi padre, y con una gran sonrisa en el rostro me respondió “Claro! Yo conocí a su papa, estuvimos juntos en el hospital de La Antigua, viera que yo fui con el a celebrar cuando gano su privado…”

En ese momento regresaron a mi mente el fragmento de historia que mi madre me había contado y la sonrisa de mi abuela ante mi pregunta, y dentro de mi supe que era el momento idóneo para con toda la sutileza de la disponía, sonriera y preguntara que historia era aquella? Que habían hecho en aquella celebración, realmente quienes fueron parte de ella y que hicieron realmente, y así lo hice, la historia resultante es más o menos la siguiente.


La historia es simpática, fíjese que ese día llego su papá al hospital y andaba sonriendo pues había ganado su privado y eso lo ponía un paso más cerca de la graduación. Entro al hospital para contarle eso a su padrino, y habíamos 2 más que fuimos esa noche a cenar, bueno la verdad no fuimos a un restaurante, fuimos algo más o menos parecido a una cantina, la única comida de la noche fueron las boquitas (botanas) que nos dieron con la botella de ron.

El padrino de su papa tomo muchísimo, su papa no digamos, el 3ero que nos acompañaba tomo un poco y yo también, pero como yo tenía que manejar no tome demasiado, me dedique a compartir y reír con ellos, me toco pasar repartiendo a los tomados compañeros en sus respectivas casas cerca de las 3 de la mañana.

Una de las cosas más llamativas fue que pasamos dejando al padrino de su papa a su casa, y la esposa de el no era muy paciente ni amable que digamos, entonces cuando lo vio tomado, nos dijo hasta de que nos íbamos a morir y lo dejo sentado en la calle a dormir, con decirle que el pobre doctor no llego 4 días a trabajar por la complicación respiratoria tan grande que haber dormido bajo las estrellas y un poco tomado.

A mí me tocaba turno junto con su papa y nuestro otro compañero así que regresamos al hospital a reinos como niños de aquella noche de travesuras, y hoy que lo tengo frente a mi no sabe la alegría que me da compartir con usted esas alegrías de las cuales era parte su padre…

Así fue repitiéndose la historia con muchas anécdotas diferentes, algunas mas profundas que otras, y fue entonces donde mi padre empezó a tomar un rostro humano, empecé a enterarme que seguía amándolo, admirándolo y teniéndolo como ejemplo, pero también fui tomando conciencia de que el, al igual que todo el resto del mundo, era humano, supe de aventuras, de amores, de desamores, de travesuras, de errores y de aciertos, supe de tantas cosas de las cuales cada día aprendía mas, a través de su historia.

Pero había una parte que aun no terminaba de encajar, había una parte de la historia que me hacía falta, hoy lo veo tan claro, pero por aquellos días solo sentía que mi corazón me decía que algo no estaba completo, que después de revisar una vida tan llena de felicidad, de amor, de amistad no entendía como el final pudo ser tan trágico, algo aun no estaba completo, y pronto averiguaría cual era esa otra parte de la historia que no sabía aun.

Fue el paso del tiempo el que me dio la oportunidad de aprender, de ver las facetas que cada persona había visto en mi padre, esas creencias que defendió a capa y espada. Había tanto por descubrir aun, pero aun faltaban unas reuniones mas con mi familia paterna para poco a poco irme enterando de la verdad, para enterarme de aquella parte que no lograba ver en ese momento y que tantas cosas explicaba.

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