Personajes van y vienen sin control, corren
acelerados en busca de algo, no estoy seguro que buscan, aunque para ser
honesto, creo que muchos de ellos tampoco están claros de que es lo que buscan
pero eso no es ningún impedimento, de igual forma corren sin parar,
tropezándose, por no decir empujándose violentamente, entre sí y buscando
frenéticamente eso, eso que solo ellos saben, o tal vez no saben, pero
buscándolo sin descanso, dejando la vida en el proceso sin siquiera notar mi
presencia, sentado en el medio de aquel caos, dando un sorbo a mi café y observando
aquel interesante fenómeno.
Algunos corren arrastrando maletas tras de sí y
hablando por teléfono con vos ansiosa, unos en un idioma conocido y otros en un
lenguaje por completo desconocido, otros corren mientras escriben un mensaje en
su dispositivo móvil, elevando eventualmente la vista para no golpearse con
alguna pared, unos mas no hablan por teléfono ni escriben mensajes de texto estos
últimos simplemente corren volteando a ver en todas las opciones presentes.
Es un murmullo abrumador el que recorre el
lugar, un constante ronroneo en el que se pueden escuchar todas las voces
hablando al unísono aunque es casi imposible escuchar una en particular, se
empujan y chocan entre sí, los del frente van despacio viendo los aparadores,
los de atrás quieren pasar más rápido y simplemente empujan, unos se mueven
otros se detienen, es como una representación humana de las gotas en un
torbellino, en donde todos ven por sí mismos y poco les importa el andar de los
demás, sin darse cuenta que es el conjunto de ellos lo que impresiona y que una
simple gota no espanta ni una mosca.
Mi curiosidad puede más que mi contemplación,
decido levantarme y pasearme tranquilamente mezclándome entre aquel caos,
observando más de cerca el actuar de estas gotas del imperante torbellino,
queriendo ver un poco más allá de esas caras duras y alargadas, queriendo ver
la realidad bajo la máscara de protección, queriendo entender por qué corren y
hacia dónde van, que buscan y cuál es la prisa, que quieren y que hacen,
quienes son y quienes creen ser, esas cosas básicas que nos hacen ser quienes
somos, eso quería saber.
Ingrese en un lugar repleto de juguetes para
niños y grandes, equipos electrónicos de última generación, perfumes, dulces,
golosinas, juegos de video, etc. Al ingresar pude ver como sus miradas
cambiaban, sus pupilas se dilataban, la ansiedad se apoderaba de ellos y
emprendían la búsqueda incesante del regalo perfecto, eso era lo que buscaban,
el regalo perfecto para un ser querido, o algunas veces no tan querido, el
regalo para los padres, los suegros, la esposa, los hijos, los amigos y todo
aquel que en su mente fuera merecedor de aquel presente.
El escenario era propio de una batalla campal, pocos
productos y muchos compradores hacia que los personajes se tornaran agresivos,
cual leones dominantes se lanzaban sobre sus presas y amenazaban ferozmente a
cualquiera que siquiera intentara acercarse a su objeto seleccionado, casi con
temblor en sus manos y sudor en sus frentes se acercaban a las respectivas
cajas de pago, con esa sensación de campeones que habían logrado algo, su
sonrisa era enorme, y su semblante por primera vez denotaba un destello de paz,
pero esto solo duro unos segundo, después de efectuado el pago el frenesí
regresaba, las prisas les obligaban a acelerar el paso, nuevamente buscaban
algo, unos corrían otros caminaban pero esta vez había un leve destello en sus
ojos, un brillo especial, una mirada levemente distinta.
Entré a otro lugar y esta vez me dedique a
escuchar las interacciones, eso que llevaban era el juguete de moda, el nuevo
perfume, el ultimo aparato de telefonía, era un regalo que buscaban para
alguien especial, alguien a quien no habían podido darle tiempo por culpa de
los viajes, alguien a quien no habían podido acompañar como hubieran querido
debido al trabajo, alguien que aún tenía el sueño de la navidad y los regalos
del amigo de abrigo rojo y barba blanca.
Percibí entonces la ironía del momento, entre ajetreo,
angustia, tropezones, agresiones, peleas y dinero estaban en busca del obsequio
para compartir en la noche de paz, amor, armonía y tolerancia
Para quienes profesan alguna religión cristiana
esta fecha representa el nacimiento de quien marcó un antes y un después en el
mundo, el advenimiento de un símbolo divino, para las demás religiones, y no
religiones, se aproxima el final del año y se celebra la venida de uno nuevo,
guardando en nuestro ser la esperanza de un futuro mejor, de menos guerra y más
amor, de respeto, de tolerancia, de comprensión, benevolencia, caridad y
desprendimiento de lo material.
¿Estamos inculcando en nuestros hijos aquello
que buscamos en el futuro del mundo? O estamos creando un ente que se
convertirá en otra gota de este torrente huracanado de frustraciones, prisas,
miedos y tristezas, obligaciones y sinsentidos
Reflexionemos, ¿qué es lo importante para
nosotros estos días?, ¿Qué queremos que recuerden nuestros hijos? El regalo
ultra costoso que le dimos, o lo feliz que fue
al jugar con nosotros y la pelota
plástica que le obsequiamos, o un poco más allá, queremos que recuerden la mega
cena de navidad llena de excesos y efímeras carcajadas o preferimos que
recuerden como con sus propias manos repartieron un poco de comida a los
necesitados, demostrando el verdadero espíritu de estos días.
Si queremos un futuro diferente entendamos que
necesitamos cambiar la forma en que hacemos las cosas hoy.
Por cierto pilas que ya viene el 13 Baktun! El cambio
está en nosotros