lunes, 17 de diciembre de 2012

Eso…


Personajes van y vienen sin control, corren acelerados en busca de algo, no estoy seguro que buscan, aunque para ser honesto, creo que muchos de ellos tampoco están claros de que es lo que buscan pero eso no es ningún impedimento, de igual forma corren sin parar, tropezándose, por no decir empujándose violentamente, entre sí y buscando frenéticamente eso, eso que solo ellos saben, o tal vez no saben, pero buscándolo sin descanso, dejando la vida en el proceso sin siquiera notar mi presencia, sentado en el medio de aquel caos, dando un sorbo a mi café y observando aquel interesante fenómeno.

Algunos corren arrastrando maletas tras de sí y hablando por teléfono con vos ansiosa, unos en un idioma conocido y otros en un lenguaje por completo desconocido, otros corren mientras escriben un mensaje en su dispositivo móvil, elevando eventualmente la vista para no golpearse con alguna pared, unos mas no hablan por teléfono ni escriben mensajes de texto estos últimos simplemente corren volteando a ver en todas las opciones presentes.

Es un murmullo abrumador el que recorre el lugar, un constante ronroneo en el que se pueden escuchar todas las voces hablando al unísono aunque es casi imposible escuchar una en particular, se empujan y chocan entre sí, los del frente van despacio viendo los aparadores, los de atrás quieren pasar más rápido y simplemente empujan, unos se mueven otros se detienen, es como una representación humana de las gotas en un torbellino, en donde todos ven por sí mismos y poco les importa el andar de los demás, sin darse cuenta que es el conjunto de ellos lo que impresiona y que una simple gota no espanta ni una mosca.

Mi curiosidad puede más que mi contemplación, decido levantarme y pasearme tranquilamente mezclándome entre aquel caos, observando más de cerca el actuar de estas gotas del imperante torbellino, queriendo ver un poco más allá de esas caras duras y alargadas, queriendo ver la realidad bajo la máscara de protección, queriendo entender por qué corren y hacia dónde van, que buscan y cuál es la prisa, que quieren y que hacen, quienes son y quienes creen ser, esas cosas básicas que nos hacen ser quienes somos, eso quería saber.

Ingrese en un lugar repleto de juguetes para niños y grandes, equipos electrónicos de última generación, perfumes, dulces, golosinas, juegos de video, etc. Al ingresar pude ver como sus miradas cambiaban, sus pupilas se dilataban, la ansiedad se apoderaba de ellos y emprendían la búsqueda incesante del regalo perfecto, eso era lo que buscaban, el regalo perfecto para un ser querido, o algunas veces no tan querido, el regalo para los padres, los suegros, la esposa, los hijos, los amigos y todo aquel que en su mente fuera merecedor de aquel presente.

El escenario era propio de una batalla campal, pocos productos y muchos compradores hacia que los personajes se tornaran agresivos, cual leones dominantes se lanzaban sobre sus presas y amenazaban ferozmente a cualquiera que siquiera intentara acercarse a su objeto seleccionado, casi con temblor en sus manos y sudor en sus frentes se acercaban a las respectivas cajas de pago, con esa sensación de campeones que habían logrado algo, su sonrisa era enorme, y su semblante por primera vez denotaba un destello de paz, pero esto solo duro unos segundo, después de efectuado el pago el frenesí regresaba, las prisas les obligaban a acelerar el paso, nuevamente buscaban algo, unos corrían otros caminaban pero esta vez había un leve destello en sus ojos, un brillo especial, una mirada levemente distinta.

Entré a otro lugar y esta vez me dedique a escuchar las interacciones, eso que llevaban era el juguete de moda, el nuevo perfume, el ultimo aparato de telefonía, era un regalo que buscaban para alguien especial, alguien a quien no habían podido darle tiempo por culpa de los viajes, alguien a quien no habían podido acompañar como hubieran querido debido al trabajo, alguien que aún tenía el sueño de la navidad y los regalos del amigo de abrigo rojo y barba blanca.   

Percibí entonces la ironía del momento, entre ajetreo, angustia, tropezones, agresiones, peleas y dinero estaban en busca del obsequio para compartir en la noche de paz, amor, armonía y tolerancia

Para quienes profesan alguna religión cristiana esta fecha representa el nacimiento de quien marcó un antes y un después en el mundo, el advenimiento de un símbolo divino, para las demás religiones, y no religiones, se aproxima el final del año y se celebra la venida de uno nuevo, guardando en nuestro ser la esperanza de un futuro mejor, de menos guerra y más amor, de respeto, de tolerancia, de comprensión, benevolencia, caridad y desprendimiento de lo material.

¿Estamos inculcando en nuestros hijos aquello que buscamos en el futuro del mundo? O estamos creando un ente que se convertirá en otra gota de este torrente huracanado de frustraciones, prisas, miedos y tristezas, obligaciones y sinsentidos

Reflexionemos, ¿qué es lo importante para nosotros estos días?, ¿Qué queremos que recuerden nuestros hijos? El regalo ultra costoso que le dimos, o lo feliz que fue  al jugar con nosotros y  la pelota plástica que le obsequiamos, o un poco más allá, queremos que recuerden la mega cena de navidad llena de excesos y efímeras carcajadas o preferimos que recuerden como con sus propias manos repartieron un poco de comida a los necesitados, demostrando el verdadero espíritu de estos días.

Si queremos un futuro diferente entendamos que necesitamos cambiar la forma en que hacemos las cosas hoy.

Por cierto pilas que ya viene el 13 Baktun! El cambio está en nosotros

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