viernes, 29 de abril de 2011

CAPITULO XXIV, EL ENTENDIMIENTO

Entendía ahora, después de la primera parte del relato de Fernando, como después de varios turnos en el hospital, como el le hacía creer a mi madre, mi padre llegaba a casa con la bata llena de sangre después de lo que en realidad eran verdaderas jornadas de ayuda humanitaria en las aldeas cercanas, no era sangre de personas que llegaban al hospital, era sangre de personas que estaban peleando por lo que creían era un mundo mejor, era sangre de guatemaltecos que exigían un cambio aun poniendo en riesgo su propia vida, guatemaltecos que exigían libertad, guatemaltecos que simplemente exigían sus derechos básicos, era sangre de inocentes que habían quedado entre dos fuegos, era sangre de personas honestas y trabajadoras, eso era lo que mi padre hacia, ayudar a las víctimas, lo hacia por convicción ya que el tenia la cualidad de llevar a hechos aquello en lo que creía.

Hasta este punto de la narración mi sentir era cada vez más orgulloso de ese ser que me dio la vida, que lucho en cuerpo y alma por lo que creía correcto, que decidió pasar de las palabras a la acción, que decidió que su hijo y los demás guatemaltecos que recién iniciaban su caminar por esta vida merecían un futuro mejor, fue uno de los pocos que decidió pasar de un sentir indignado a un actuar por hacer las cosas distintas, y aun cuando hoy por hoy no comparto la ideología política y económica que el defendía, si se que su lucha era más fuerte que una simple ideología, era una lucha por los derechos, por las libertades, por respeto a la vida y eso en aquellos días era como pararse frente a una bestia furibunda sin más protección que la Fe y sin más escudo que saberse haciendo lo correcto.

Definitivamente admiro desde lo más profundo de mí ser a la persona que tuvo el coraje, el valor y la visión, en aquellos días tan complicados, de decir lo que pensaba y revelarse contra un sistema corrupto, asesino y vendido a los intereses del mejor postor. Hoy es fácil hablar y expresar, decir y retar, pensar diferente, en aquellos tiempos la realidad era muy distinta.

Mientras mi ser se llenaba de emoción, de orgullo y dentro de mi mente mi padre poco a poco se convertía en un súper héroe de carne y hueso, algo me dijo que bajara a la realidad, que bajara de las nubes de mi pensamiento y entonces, cuando mis ojos regresaron, la primera imagen que registraron fue la cara de mi madre llena de tristeza, llena de soledad, llena de dudas e incredulidad, mientras para mí esto era motivo de orgullo, para mi madre era una especie de traición, un secreto nunca contado, una historia no conocida del primer amor de su vida, sus lagrimas caían sin cesar, y junto a mi veía como la historia solo estaba iniciando y empezaba a emerger la figura de un ser que ella creyó conocer en su totalidad, pero que este relato le recordaba cuan misterioso puede ser quien acompaña nuestros días y más aun, la razón de la ausencia de ese ser que tanto la marco.

Era la historia del otro lado de la luna, era la cara oculta del ser que había compartido tan poco tiempo conmigo pero tanto me había marcado, era la historia de un ser que quiso hacer la diferencia y dejo su vida en el intento, un ser que trato de enseñar con el ejemplo y aun hoy lo sigue logrando, un ser que tenia amor para repartir, aunque mi madre pensaba que algunas veces el repartía mas amor del necesario pero esa es otra historia, y de un ser que se aferro a sus ideales sin importar el precio que tenía que pagar, siempre pensando que sus acciones harían la diferencia para el y para los seres que el tanto amaba, aun cuando la única forma de protegerlos era no diciéndoles que era lo que realmente hacia.

Y es aquí donde empiezan a tener sentido las frases de mi padre que nunca habíamos entendido, es aquí donde entiendo, o por lo menos creo hacerlo, que era eso tan importante que mi padre tenía dentro, eso que le hacía tratar de comunicar lo que sentía, lo que hacía, lo que pensaba, y fue por eso que en las noches de tranquilidad, con la luna blanca iluminando trato varias veces de hablar con mi madre, y lo más cercano que pudo decir fue

- Linda, algún día le voy a contar un secreto, algún día se lo voy a contar.
- Contamelo de una vez mejor – replicaba mi madre –
- No puedo, aun no, pero algún día lo hare… - contestaba mi padre de forma automática mientras el se encontraba perdido en sus propias memorias y pensamientos- .

Quince años más tarde, parece estar llegando el secreto que mi padre se llevo a la tumba, parece que quince años después esta frase empieza a tener sentido para mi madre y para mi, ese dialogo que tantas noches se repitió, que tantas veces sucedió, ese simple dialogo que extrajo lagrimas de mi padre en algunas oportunidades, y hoy las extrae de mi madre, hoy parecía tener sentido, hoy parecíamos saber el por qué de sus palabras, el por qué de sus secretos, el por qué de su silencio.

El por qué era simple, era su amor por nosotros, era la forma de protegernos, de cuidarnos de lo que podía pasar, era su forma de no inmiscuirnos en algo tan peligroso, era su forma de tratar de cuidarnos y de respetar que el había tomado una decisión, un riesgo, una línea de vida para cambiar su mundo, el había decidido dar hasta su vida por aquello en lo que creía, pero de ninguna forma estaba dispuesto a poner en riesgo la vida de los seres que tanto amaba. Eso es algo que se entiende muy claramente cuando llega a nuestras vidas el amor verdadero y un hijo producto de ese amor.

Es aquí donde empieza a tener sentido porque cuando mi padre y mi madre, conmigo aun en su vientre, salían de gira en los fines de semana a comunidades cercanas para hacer jornadas medicas gratuitas para los necesitados, al llegar a su destino mi madre se llenaba de sonrisas al notar como los humildes pobladores sonreían llenos de felicidad y como, en medio de sus grandes limitaciones económicas, de sus casas sacaban lo mejor que tenían por ofrecer para “El Doctor y su esposa”, era mucho más que una admiración por el doctor, era un agradecimiento desde lo más profundo de su alma por un ser que les brindaba ayuda sin pedir nada a cambio, hoy eso hace sentido, hoy eso explica porque muchas de esas personas estaban en su funeral, hoy eso explica porque con cada relato lo admiro mas.

Fue tanto lo que nos conto Fernando esa tarde que necesite de mucho tiempo para asimilarlo, para apropiarme de las experiencias y hacer lo mejor que podría hacer con ellas, tratar de imitarlas, de seguirlas y de compartirlas.

Los hechos que Fernando nos contaba, despertaban mas y mas sentimientos dentro de nosotros, muy diferentes en cada uno, pero todos llevándonos de la mano para entender un poco mejor la verdadera historia., Los acontecimientos que aun estaban por ser relatados terminarían de aclarar el panorama.

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