jueves, 11 de noviembre de 2010

CAPITULO VII, LA ABUELA

Hoy, cuando veo las noticias de Guatemala desde este rincón de Paris, recuerdo aquella conversación con Fernando, recuerdo mi sentir, recuerdo como mi mente y mi alma me decían al oído cuan distante había estado y hacían sentir en mi corazón tristeza y admiración por una mujer que perdió al mayor de sus hijos, su mano derecha, aquel que era ejemplo, aquel que asumió roles de padre, de hermano, de amigo, ese hijo fue quien falleció de una forma violenta en aquellos tiempos de guerra.

Esta fuerte y ejemplar mujer, hija de un padre Francés y madre Guatemalteca, quedo viuda de joven edad, muy bella y llena de vida, pero de belleza no se alimentan los hijos y con 5 bocas que alimentar, sin más riqueza que sus manos, sin más patrimonio que su dedicación, sin más fortaleza que su fe, y sin más sustento que el amor de sus hijos, sin nada más que eso, trabajo duro noches de tan solo 2 horas o menos, así inicio a sacar adelante a sus hijos, con todas las limitantes del caso pero dando lo mejor de sí para forjarles un mejor futuro.

Al enviudar, inicia un proceso de trabajo interminable, poniendo una casa de huéspedes, en donde se alojaban todo tipo de extranjeros que llegaban a aquella ciudad, (Antigua Guatemala) dándole todos las comodidades de una casa, es decir, comida, ropa limpia, habitación y privacidad. Además mi abuela también hacia ropa, vendía mercadería, hacia comida para llevar y claro los tan famoso y deliciosos helados de fruta que solo ella sabe hacer y esos que aun hoy recuerdo con tanta ilusión, como niño a quien le muestran un regalo sorpresa.

En este ambiente de trabajo duro, esfuerzo y honorabilidad crecieron los 5 hermanos, estudiando en escuelas del estado y teniendo alimentación, con todo el esfuerzo de su madre.

Cuando sus hijos ya pasaban de la etapa adolecente, la mayor de los 5 contrajo matrimonio y en el transcurso del tiempo procreo 5 hijos, lo cuales, por azares del destino, por decisión de la hermana de mi padre o simplemente porque la vida así lo quiso, mi abuela crio como hijos propios a estos 5 niños que hoy la ven como madre.

Esta hermana mayor a mi padre se fue de Guatemala y nunca más tuvimos noticias de ella, es por eso que hablo de mi padre como el mayor, era el 2do, pero siempre jugo el papel de hermano mayor.

Todo esto y más hizo mi abuela, crio hijos, nietos y uno que otro que necesito ayuda, dio su corazón a quien lo necesito, dio su cuerpo y alma para asegurarse que sus hijos estarían mejor que ella, todo su esfuerzo fue con la convicción de que ellos tendrían un porvenir mas cómodo y tranquilo

En aquellos días de tanto trabajo, poco dormir y tantas bocas por alimentar, las caricias eran reemplazadas por comida, los abrazos se reemplazaban con abrigos, las largas charlas se reemplazaban con un lugar donde dormir. Tal vez alguno de mis tíos no tuvo el abrazo, las caricias o las charlas que tanto deseo, pero nadie puede decir nunca que mi abuela no los amo mas allá del entendimiento humano, mas allá de sus posibilidades, y mas allá que a ella misma.

El amor es intangible, y el de mi abuela inmedible, esa era mi abuela, la que tanto tiempo deje de ver, la que con tanto amor y esfuerzo crio a mi padre y a sus hermanos, la que dejo morir un pedazo de su ser cuando mi padre partió de este mundo.

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