miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿Fue el Alcohol o fue mi imaginación?

La botella entrega la última gota de su preciado y rojo contenido en mi copa, una copa voluptuosa, amplia, transparente, que deja ver en su interior un liquido color rojo carmesí, con aroma deliciosamente embriagante, y mientras mi nariz aspira aquel delicioso aroma, y mis ojos se cierran en un movimiento reflejo, en aquella deliciosa noche de soledad mi interior inicia un proceso de remembranza.

Aquella mirada intrigante, esa que seguía mis palabras, que desvelaban ante mi parte de tu interior, solo parte, solo esa parte que tú querías que viera, ni un milímetro mas, esa mirada que me decía acércate, pero no tanto, esta distante pero no te vayas, y también fueron esos ojos los que con el tiempo me dejaron ver en su totalidad tu interior, cómo no recordar esos ojos y esa mirada.

Tus labios sonreían ante mis locuras, aquella noche fue casi un monologo, yo hablaba, tu reías, mientras tus labios dibujaban aquella sonrisa picaresca, y tus ojos se iluminaban radiantes, parecías divertida, eso era suficiente para mi aquella noche, esa noche empezó aquella historia, nuestra cena fue acompañada por un licor distinto al que hoy bebo, era claro, frio y un tanto espumeante.

Después de aquella noche las cosas iniciaron un vertiginoso recorrido, la tecnología fue nuestra aliada incondicional, conversaciones maratónicas por mensajería instantánea, muchas que llegaron a niveles tales que el mismo Eros estaría orgulloso, o apenado no sé bien, la ventaja de decir cosas sin que las personas vean como tu rostro cambia de colores, sin que los demás vean tu nerviosismo o como casi tartamudeas al hablar, y sin darnos cuenta fuimos venciendo barreras de todo tipo.

Fue un proceso casi imperceptible, casi sin darnos cuenta estábamos siendo parte de una historia llena de risas, complicidad, caricias, conversaciones, las miradas al inicio intrigantes, daban paso a ventanas abiertas al alma, que dejaban ver el interior sin barreras, y compartían cuanto podían, como tren sin frenos, corriendo a máxima velocidad hacia algún lugar.

Y como todo tren sin frenos, siempre hay un final en la vía, un momento en que nuestro desenfreno llega a un fin, sin importar la razón que sea, y el golpe siempre es difícil, unas palabras diplomáticas dicen hasta aquí llegamos, las miradas se cruzan incrédulas de lo que está pasando, la realidad cae en nuestros hombros, y finalmente el golpe surge efecto y el dolor se hace presente.

Ha pasado mucho tiempo desde aquel fin de la vía, después de aquello tus miradas se han vuelto distantes, aunque algunas veces aun veo aquella mirada intrigante, pero creo que tu ser la restringe, las conversación se han vuelto tan frías, aunque algunas veces también tu recuerdas sin querer hacerlo y tus letras solo reflejan la distancia y el olvido, o eso quieres que yo crea.

La frialdad me abruma, prefiero pensar que es el alcohol o mi imaginación la que recuerda aquello y que nunca paso, recuerda cosas que nunca existieron y hace añorar momentos que nunca fueron, prefiero pensar que fue el alcohol o mi imaginación para no asumir que todo lo anterior realmente sucedió y termino como el tren, y pensar que tal vez aun estoy junto a las vías esperando que todo sea un mal sueño y que simplemente estemos esperando que el tren reinicie el camino.

Fue el alcohol? Fue mi imaginación? Porque quiero creer que definitivamente una realidad no es, y no lo fue.

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