lunes, 13 de mayo de 2013

Un 10 de mayo diferente


En mi país el 10 de mayo es un día muy especial, celebramos el día de las madres, y es por esta razón que el movimiento es sumamente alto, proliferan por doquier los mensajes de amor y agradecimiento, las ofertas y descuentos para celebrar a los más sagrado de nuestras vidas en un proceso de consumo de aquel selecto grupo de la sociedad que tiene la oportunidad de comprar algo y por supuesto los corazones se llenan de melancolía, amor, felicidad, fiesta o tristeza según sea el caso de cada uno, así pasan los 10 de mayo por mi país, unos más profundos y sinceros, otros más comerciales y superficiales, pero en todos ellos con la mejor de las intenciones.

Pero este 10 de mayo, el del año 2013, paso un tanto distinto por lo menos para mí, por la mañana mi primer saludo fue para la madre de mi hijo, madre por excelencia que da todo en su vida por ese tesoro nuestro, una bendición realmente tenerla como madre de mi hijo, minutos después mi saludo fue para ese ser que me dio el regalo más grande que uno puede recibir en este mundo, la vida, un abrazo caluroso, un agradecimiento profundo y un sentir de plenitud al poder abrazar a ese ser que tanto me llena.  Por otro lado también tenía en mí ser un sentimiento que no se describir con exactitud, no sé si era ansiedad, curiosidad, expectativa o qué, pero ese día se daría lectura al veredicto en un juicio por genocidio en contra de quien fuera jefe de estado de facto (por golpe de estado) entre 1982 y 1983, que lidero el país en uno de los capítulos más sangrientos de nuestra historia.

La cita era a las 4 de la tarde, era un evento histórico en nuestra sociedad, independientemente de si se estaba a favor o en contra del acusado, independientemente de la ideología política, económica y social que se profese, este caso ponía en contexto que por primera vez se mostraba que la justicia puede llegar a cualquier jerarquía, a cualquier persona, y se diría si en Guatemala sucedió algo que muchos califican de exageraciones y otros de realidad, no importaba de qué lado de se estaba, era un fallo que mostraba un antes y un después en nuestra historia.

Mientras se fue acercando el horario fui tomando conciencia de lo que sucedía a mi alrededor, empecé a buscar si había más personas interesadas en el proceso que se estaba llevando a cabo, note poco a poco, y para mi tristeza más profunda, que la indiferencia reinante hacia este juicio era enorme, los restaurantes tenían largas filas para ingresar a celebrar, las conversaciones eran triviales en todos lados, cada uno pensando en sí mismo, y de cualquier otro tema, parecía que aquel juicio era de una persona irrelevante y no de un suceso que corto la vida de decenas de miles de guatemaltecos y dejo varios cientos de miles más profundamente afectados de diversas formas.

No se la razón de aquella indiferencia a ciencia cierta, no sé si es porque la mayoría de víctimas fueron indígenas (guatemaltecos), que en su mayoría no hablan español (guatemaltecos), que no tienen aún acceso a educación (guatemaltecos), que viven en su mayoría bajo la línea de pobreza (guatemaltecos) y que son sobre todo MAYORIA en este país (guatemaltecos). Tal vez es que esa burbuja que se dibujó en la ciudad aun es fuerte, esa burbuja que hacía que el país estuviera sangrando día a día pero en la ciudad siguiéramos con vida “normal”, en cines, centros comerciales, sexteando en la zona 1, viajando, comprando, jugando, tal vez hay muchos que no saben, o no quieren saber, lo que sucedió en el país, algunos tal vez no ven relevante juzgar a un anciano, tal vez no se entiende porque juzgar a alguien por algo que NO nos afectó (pensaran algunos en una especia miopía social), tal vez tantas cosas, simplemente no entiendo cómo podemos seguir indiferentes a la muerte, el sufrimiento y por sobre todas las cosas a la realidad actual como producto de una historia turbulenta.

Escucho a tantos diciendo que quieren cambiar nuestro país, pero esos mismos no se interesan en saber la realidad en la que vivimos, y pienso hacia mis adentros como si esto fuera un proyecto cualquiera en una empresa X, para iniciar cualquier camino hacia una realidad diferente el primer paso es diagnosticar y saber exactamente “donde estamos, que somos, porque estamos donde estamos” después podremos pensar en estrategias para llegar a algún lugar diferente, pero si no hemos querido dar el primer paso, ver nuestra realidad, entender nuestra historia y saber en qué lugar estamos, ¿Cómo podemos siquiera pedir algo diferente?

El veredicto llego, los restaurantes seguían celebrando e ignorando, las fiestas siguieron su curso, la justicia no es noticia, no vende…

Yo quiero creer que estamos un paso adelante, estamos perdiendo el miedo de pedir justicia, estamos buscando que nuestra voz se escuche, que hay diferencias las hay y es nuestra obligación conversarlas, ya no discutiremos con fusiles en mano, en lugar de eso lo haremos con libros, historia y palabras, crezcamos Guatemala, pero crezcamos reconociendo nuestros errores (de cualquier bando), crezcamos aprendiendo de lo sucedido y enseñándoselo a los que vienen tras nuestros pasos, crezcamos construyendo como hermanos, crezcamos dándonos la mano todos como seres iguales que somos en este país, aquí somos guatemaltecos TODOS, olvidemos las divisiones de cualquier tipo y empecemos a caminar.

Recordemos estas palabras

                Aquel que no quiere razonar es un fanático
                Quien no puede razonar es un tonto
                Y quien no se atreve a razonar es un esclavo
                (Sir. William Drummond of Logiealmond)

El viernes 10 de mayo dimos un paso, faltan muchos pasos más, pero no será posible darlos en medio de la indiferencia, las diferencias, la intolerancia y la ignorancia.

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