Corrían los años de locura y desenfreno, aunque
nosotros creíamos que vivíamos en jaulas o regimientos militares, por las
muchas reglas que nos imponían nuestros padres, éramos cuatro amigos muy unidos
que ese día celebraríamos el cumpleaños de uno del grupo, nuestro querido
compañero nos invitó a su casa después de salir del colegio, todos aceptamos
muy contentos y cada uno había tramitado el respectivo permiso con sus padres
en los días anteriores al gran evento.
Aquel día, al finalizar la jornada normal de
clases iniciamos el laboratorio de electrónica, el cual finalizaba más o menos
a las 3 de la tarde, a esa hora enfilamos todos llenos de entusiasmo hacia la estación
de bus más cercana, esperamos el bus indicado y emprendimos el camino hacia una
tarde que prometía ser todo un evento, único y espectacular.
En el bus reíamos como locos y hablábamos de
cualquier incoherencia imaginable, éramos vistos con curiosidad y risa por los demás
usuarios del transporte público, y es que a decir verdad por aquellos días éramos
cuatro adolescentes, calenturientos, pendejos, felices e irreverentes, hoy en día
por lo menos ya no somos adolescentes…
Poco a poco fuimos notando un ambiente extraño
en el bus, pero nada dijimos, hacíamos planes para la celebración del día y conversábamos
de los proyectos que deberíamos entregar en los próximos días y que mucho
esfuerzo requerirían, hablábamos también de las chicas que llenaban nuestros
ojos de ilusión y fantasía riendo sin parar al confesar que ni siquiera habíamos
tenido el valor de presentarnos ante ellas, en medio de aquella tertulia
bajamos en la estación más cercana a la casa de nuestro amigo y caminamos unos
minutos hasta llegar a su casa, las calles parecían menos pobladas que de
costumbre pero atribuimos eso a las lluvias típicas de la época, el trayecto
total fue de más o menos una hora y media, pero había valido la pena, todo estaba
listo para celebrar y todos teníamos permiso para estar en aquella fiesta, ¡NADA
podía salir mal!
Entramos llenos de entusiasmo, con nuestros útiles
escolares en la espalda, las camisas del uniforme fuera del pantalón, los
sweters del uniforme amarrados en la cintura y riendo a mas no poder, igual que
cuando tomamos el bus, en cuanto abrimos la puerta y vimos la sala totalmente
decorada para aquel evento nos dijimos con las miradas lo alegre que sería
aquella tarde, al fondo de la sala estaba el padre de nuestro amigo quien con
una enorme sonrisa nos dio la bienvenida y con una mirada y un amable gesto en
sus manos nos invitó a tomar asiento, con mucha formalidad paso al frente y se preparó
para decir unas palabras,
Una bienvenida pensamos todos, un
agradecimiento por acompañar a su hijo en tan especial celebración nos
imaginamos, tal vez una animación a hacer de aquella tarde una fiesta
incomparable y digna de ser recordada, aclaro su garganta y con el mismo
semblante amable que lo caracterizaba dijo lo siguiente
-
Chicos,
esta tarde el presidente de turno ha dado un Autogolpe de estado, disolviendo
de esa forma los otros poderes del estado, el estado de sitio en el país iniciara
en 1 hora, están prohibidas las reuniones de más de 3 personas y andar por las
calles después de esa hora, así que por favor tomen sus cosas y encamínense a
sus casas en este momento pues el transporte público será cancelado pronto… por
favor al llegar llámennos para saber que llegaron bien
Con cara de no saber que pensar, agradecimos el
aviso al padre de nuestro amigo, dimos el abrazo de cumpleaños al querido amigo
y salimos de aquel lugar casi corriendo, los otros dos amigos vivían en las cercanías,
a mí me tocaba realizar un trayecto más largo en bus, aproximadamente 1.5
horas, así que inicie el camino, sin fiesta, sin parranda, sin refacción (¡tenía
mucha hambre!) y con el gran cuestionamiento de que estaba sucediendo en el país.
El colegio abrió sus puertas el día siguiente y
algunos llegamos, muchos se ausentaron, las comunicaciones al extranjero
estaban bloqueadas, los canales de televisión local tenían prohibido mencionar
algo de lo sucedido, los programas de noticias internacionales habían sido
bloqueados para que la población interna no supiera que estaba sucediendo, los periódicos
encabezaban sus primeras planas haciendo referencia al oscurantismo de la edad
media y dejaban en blanco las primeras páginas de sus ediciones, las
correspondientes a las noticias nacionales, nadie sabía nada, soldados patrullaban
la ciudad, una tensa calma reino los días siguientes a aquel evento.
Este 25 de mayo se cumplieron veinte años de
aquel cumpleaños que NO celebramos, pero que tal como pensamos y predijimos
seria imborrable de nuestras memorias, quedaría en los anales de la historia
como un día para resaltar en la historia de nuestro país, y un día digno de
recordarle a nuestros hijos y tal vez a nuestros nietos, imagínense contarles
como aquel día de cumpleaños terminamos corriendo hacia el transporte público
llenos de temor, corrimos por calles y avenidas para llegar a nuestra casa,
huyendo de un estado de sitio impuesto por el ejército, escondiéndonos en las
esquinas esperando no ser capturados por la policía al estar fuera de casa a
las 6 de la tarde, caminando cual espías en territorio hostil, sin teléfonos móviles
para avisar a casa cual era nuestro paradero, sin twiter para saber que estaba
pasando sin censura, sin chat para tener comunicación inmediata a cualquier
lado del mundo.
Así pasó, así fue, así era, así vivimos, así
crecimos, así entramos en contacto con la realidad del mundo, y así fue como, mientras
regresaba por aquellas calles vacías, mi mente no para de recordar las muchas
carcajadas emitidas unos minutos antes y, contrario a lo que cualquier mente
medianamente responsable o regularmente cuerda pensaría, me emocionaba lo espectacular
de aquella aventura, me sentía como James Bond en una aventura extrema, ¡QUE
TIEMPOS AQUELLOS!
¡Feliz cumpleaños compadre! Aunque sea unos 20
añitos tarde, pero la culpa fue de Serrano mano…