miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO XVI, El INICIO DE LA HISTORIA.

Después de aquel almuerzo familiar en Antigua mi regreso a la ciudad transcurrió sin problemas, en realidad no sé como sucedió, no recuerdo nada de ese trayecto, estaba tan inmerso en mis pensamientos que cuando me di cuenta ya estaba llegando a casa, me estacione, y me quede unos momentos mas repasando todos los acontecimientos, repasando toda la información recibida, mi cerebro trabajaba a máxima capacidad en aquel momento.

Entré y conté todo lo acontecido, con los mayores detalles posibles a mi madre, quienes estaban, que dijeron, que hicieron, quienes me reconocieron, etc. Sus ojos se llenaron de una luz y una vida casi olvidada por mí, ella también estaba participando de mi aventura, con sus recuerdos, me contaba anécdotas de los presentes, recordaba cómo era la relación de mi padre con ellos, mi madre también se transporto muchos años al pasado y volvió a vivir, por lo menos eso fue lo que sentí, volvió a vivir en aquellos días, en los que su vida la pasaba junto a mi padre y su familia, en la juventud, cuando tenían muchos sueños en común, una vida por delante y toda la esperanza del mundo cuando al idea de la muerte no aparecía en los planes.

Entendí en esta narración, y casi interrogación, que mi madre también tenía muchas dudas de que había pasado, muchas preguntas por hacer, muchas cosas que quería contar, escuchar, entender, tantas cosas que aquellos años no habían borrado, que seguían allí en su mente, tan frescos como ayer. Esos recuerdos que mis relatos despertaron, esos recuerdos que tal vez pensó en no contarme pero que ahora, tal vez por mi edad, tal vez por el tiempo transcurrido, tal vez por la proximidad a otras personas que podían contarme, tal vez porque su alma le pedía a gritos contar o tal vez simplemente porque hasta ahora lo recordó, estaba iniciando a contarme, y me llenaba de alegría

Aquella noche me conto muchas cosas, por ejemplo como cuando ella conoció a mi padre, el estudiaba medicina, en la universidad estatal de Guatemala, la gloriosa Universidad de San Carlos, y como mi abuela (la madre de mi padre) lo apoyaba con el transporte y su refacción, pues no podía apoyar con mas nada, económicamente hablando, él entonces se las ingeniaba para vender su refacción a sus compañeros, por hacerse pasar por otros en los exámenes de la universidad y sacar buenos punteos, los cuales por supuesto le traían beneficios económicos, dibujaba y hacia poemas y tarjetas para las novias de sus amigos, y con todo esto financiaba los libros y gastos propios de la carrera y algunos cigarrillos por supuesto, el estaba becado por buenos promedios y con estos ahorros producto de sus actividades, “económicas” ahorraba los suficiente para visitar a mi madre 1 o 2 veces al mes, pues el vivía en Antigua y mi madre en la ciudad capital, donde también estaba la Universidad.

Me contaba mi madre como el siempre llegaba a contar chistes, me decía como se llevaba de bien con mi abuela materna, y como a pesar de la distancia y del tiempo sin verse, se fueron enamorando uno del otro cada día más, me contaba también como con tanta diferencia de edad (10 años) se compenetraban tan bien, y a veces parecía que mi madre (que era la pequeña) era quien daba seriedad y madurez a la relación, todo eso me lo contaba con sus ojos llenos de emoción, con su corazón lleno de nostalgia, con su alma volviendo a vivir cada detalle.

Tambien me contaba lo fácil que era para mi padre hacer amigos, como reía de todo, aun en crisis (algo que a mí me criticaba mucho y aquella vez entendía porque), también me decía entre risas las travesuras que hicieron, me contaba también de las cosas que mi padre siempre quería, de sus sueños, sus ilusiones, su amor por los demás, me conto mil anécdotas positivas en una tarde que se prolongo hasta la madrugada del día siguiente, comimos, bebimos café, y recordamos mucho, ninguno quería dormir, una parte de nuestra historia reclamaba por nosotros, y aquel fue el momento propicio para dar el espacio que se merecía nuestra historia.

Al final de la velada, también me conto algo entre lagrimas y angustia.

- Sabes, tu papá siempre me dijo algo que nunca entendí, en las noches después de que tú te quedabas dormido, muchas veces me abrazaba y con la voz entrecortada y los ojos llenos de lagrimas me decía, “Linda, algún día he de contarle algo, hoy no puedo hacerlo, pero yo se que algún día se lo contare”. Yo le decía que me contara, pero nunca lo hizo, no sé qué era eso que siempre le quedo guardado entre su corazón y que con tantas ganas quería decirme, pero había algo que se lo impedía algo que aun hoy, no sé que fue.

Esas palabras de mi madre cerraron la velada y me dejaron pensativo, la abrace con todas mis fuerzas, en parte para que supiera lo agradecido que estaba con la vida, por tenerla junto a mí, y en parte era mi forma de expresarle mi gratitud por hablarme con tanta emoción de cosas que yo quería vivir, en ese momento sabía que no había nadie más que entendiera lo que yo sentía, lo que yo quería y lo que yo buscaba como ella, nadie más en ese momento podría entender la dimensión de lo que para mi significaba hablar de nuevo con la familia de mi padre.

Sin saberlo aquella aventura de búsqueda de información que empezaba con tantas cosas bellas acerca de mi padre, me llevaría sin casi darme cuenta a conocer las cosas que pasaron durante la vida de mi padre y las cosas que no me habían contado con anterioridad. Esta aventura me llevaría a reabrir ventanas que se habían cerrado por el tiempo, que se habían cerrado por conveniencia o simplemente heridas que no sanaron nunca.

Esta aventura estaba por iniciar, sin saberlo este era el momento en que yo iniciaba el conocimiento de mi existencia, sin saberlo iniciaba el conocimiento de mi mismo a través de la vida de mis padres, ese camino acababa de iniciar, y algo dentro de mi me lo decía, aunque solo el tiempo y las cosas que pasaron después me dirían que tan grande, o no, era esta aventura, cada conversación agregaba una pieza al rompecabezas, todo indicaba que había una gran parte que aun estaba por llegar…

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