lunes, 16 de agosto de 2010

Cuando la Ira llega

Jueves de una semana cualquiera, después de una larga jornada laboral, después de un día lleno de reuniones, de nuevos proyectos, de cambios en las directrices de los proyectos en curso, de solución de conflictos del equipo, un jueves como cualquier otro lleno de trabajo, negociación, planeación, análisis, ejecución y todas las cosas típicas de un trabajo cualquiera.

Con todo lo anterior aun en la espalda y después de tomar la decisión de que es hora ya de compartir con la familia, y que el trabajo continuaría al día siguiente, me dirigí a reunirme con mi familia, la idea original era tener una tarde de juegos y sonrisas, una tarde llena de carreras, pelotas de football, y por qué no de una que otra carrera en algún parque o jardín cercano.

Pero cuando todo lo anterior estaba por iniciar, se apareció frente a mí una imagen que en segundo borro de mi mente cualquier recuerdo de aquel día agetreado, y me hizo olvidar la tarde que teníamos planeada, una imagen que hizo lo que pocas cosas pueden conseguir de mi, logro hacer que mi rabia llenara mi ser, logro que mi hígado de inflamara lleno de enojo, logro que la ira se apoderara de mi ser y que poco a poco se adormeciera esa parte de mi cerebro encargada del auto control, mi corazón latía mas rápido, y sin darme cuenta mi manos estaban empuñadas con todas las fuerzas que mi ser me permitía.

Lo que vi, fue un ser humano abusando de su supremacía, abusando de su fuerza, abusando de su capacidad de utilizar herramientas de tortura, un ser humano cegado por la ira, un ser humano cegado por el deseo de hacer daño, un ser humano cegado por la necesidad de sangre, un ser humano que no merece más nunca ser llamado así, “humano”. Toda la ira de este ser estaba siendo descargada en un ser, bien llamado el mejor amigo del hombre, y como se imaginaran no era ningún perro de pelea, ningún musculoso perro que podría haber hecho un leve intento por defenderse, un perro de esos que inspiran respeto hasta en el mas desalmado de los hombres, no, no era uno de esos.

Era un perro indefenso, un perro de casa, un cocker, el cual estaba siendo brutalmente estrangulado con un lazo, y mientras esto sucedía también estaba siendo golpeado con una macana, el objetivo era provocar el mayor sufrimiento al can, la razón? Si es que alguna razón pudiera ser válida? La razón como después averigüe era que el perro había sido abandonado por su amo anterior, y este desesperado  de “verlo merodeando” cerca de su casa, solicito a un hombre que acabara con la vida de tan noble animal pues ya era mucha necedad verlo cerca de la que algún día fuera su casa.

En este punto, y mientras recuerdo lo sucedido, no sé quien debería ser merecedor de una ejemplar paliza, si el dueño irresponsable (por no utilizar otra serie de adjetivos que tengo en mente) o el desalmado que por unos centavos aplico toda la brutalidad de la que disponía para quitar la vida de un ser cuyo único pecado fue mantener su nobleza, mantener su cariño y su lealtad a aquel que consideraba su amo, aun cuando el amo decidió que “ya era molesto”.

Mi Ira al ver los acontecimientos me hicieron moverme sin pensamiento y solo con instinto, mi primer reflejo exigía buscar algún arma capaz de infligir en aquel estúpido ser  el mismo sufrimiento de nuestro ya agonizante amigo, mis manos buscaban algún objeto a utilizar, tal vez subir al carro y dirigirlo directamente hacia aquel repugnante ser, mis pies iniciaron a moverse por sí solos hacia donde se ejecutaba la masacre, sin pensar, sin analizar, sin racionalizar, era solo un dolor en el pecho y un vacio en el estomago que me decía que aquella brutalidad tenía que terminar y que ese ser merecía un ejemplar castigo

Me detuvieron de mis pasos las palabras, que escuche muy lejos, de un ser que aun guardaba un poco de razonamiento, un ser que me dijo palabras para recordar que el uniformado que estaba efectuando aquella masacre estaba armado, que me hizo recordar que tengo una familia, con la que planeaba pasar una tarde acogedora, que me hizo pensar que nuestro amigo ya estaba muerto y que mi ira nada podría hacer para revivirlo y menos aun para vengarlo.

Mi ira me convirtió en un ser similar al que termino con la vida de nuestro noble amigo, me convirtió en un ser que lo único que anhelaba era ver lastimado al agresor, no me importaba la justicia, me importaba la venganza, no me importaba una llamada de atención, me importaba un castigo físico, no me importaba siquiera una condena, solo quería ver a ese ser herido, lastimado y suplicando por piedad, mi ira, me convirtió en un ser igual a ese que tanto aborrecía.

Hoy al recordar este evento aun me cuesta no culparme por no haber actuado, aun me molesta no haber hecho “algo”, pero como siempre, la razón se impuso a los instintos y el enojo solo sirvió para 2 cosas.

  1. Escribir este poco de palabras para liberar mis sentimientos, este montón de frases para explicar lo que tal vez pudo ser diferente
  2. Recordar con este ejemplo lo que viven miles de compatriotas día a día, y no con sus amables y nobles mascotas, sino con sus hijos, hermanos, padres, madres, etc. Me hizo ver como este círculo de odio no puede frenarse si cada vez son más los afectados y menos las posibilidades de justicia, me hizo llorar de cólera al entender que llevamos 50 años en el mismo status y nadie hace “algo” porque la “razón” o el miedo, puede más que los instintos.
Después de tan molesta tarde de jueves, después aun sentir enojo en mis venas y en mi ser, no consigo no vincular este desafortunado evento con todos los que se dan día a día en Guatemala, no puedo dejar de pensar en que puedo hacer YO para hacer la diferencia, no dejo de pensar que haría si alguna vez esa “mala suerte” sea encaminada a alguien de mi familia, no sé si la justicia (inexistente en el 99% de los casos de este mi querido país) sería suficiente, no sé si después de tantos años en este ambiente me han convertido en uno más de estos animales iracundos que espera pacientemente el momento de estallar, espera el momento en que la razón no alcanzara y se convertirá en uno más de la estadística.

No sé si buscan algo este grupo de palabras, o simplemente me desahogo compartiendo una mezcla de rabia, de enojo, de indignación por los hechos y también por notar a cada momento como esta sociedad cada día se vuelve más animal y menos humana, que por razones que todos creemos correctas empezamos a actuar como aquellos a los que criticamos.

No podemos exigir un cambio si nosotros no cambiamos, pero como cambiamos sin garantías? Como cambiamos si la vida es un riesgo y no una garantía, como cambiamos si hacer lo correcto te condena a ser víctima de una futura venganza, o peor aun hace que alguien cercano a ti sea víctima de un ataque por el simple hecho de vengarse del que hizo lo correcto. Y tal vez quien este viendo prefiera no intervenir, pues … no es seguro.

No tengo respuesta a lo anterior, pero esto y mucho más despertó en mí ser el hecho de ser testigo de un acto brutal, y no haber hecho nada para evitarlo, para sancionarlo. Pues, como dicen la mayoría aquí, lo más seguro es no hacer nada……. Hasta cuando seguiremos haciendo nada?...

1 comentario:

  1. Esta maniana que lei tu post en mi email, se me hizo un nudo en el estomago y tuve que dejar de leer porque casi lloro (y estaba en la oficina)... no lo puedo creer y sin embargo SUCEDE! actos de brutalidad cometidos por ignorancia, falta de criterio, aires de grandesa, autoridad otorgada a gente sin criterio y colmada de complejos, son los que tienen a nuestros paises sumidos en la decepcion y la desilusion... yo estoy de acuerdo contigo y me uno a tu grito de HAY QUE SALIR DEL LETARGO y no tener miedo a perder nuestra zona de confort -el siguiente apaleado, eres tu.

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