jueves, 5 de agosto de 2010

CAPITUL IV, COMO INICIO

Llegamos finalmente a la discoteca, cada uno con ideas en su mente, con las miradas enfocadas en cualquier lugar, cada uno con la disposición de desconectarse del mundo, de perderse un momento de la realidad, cada uno con la especial intención de, por un momento, pensar que en el mundo las cosas están bien.

Como cualquier bar del mundo, PUB o como quieran decirle, estaba lo típico de esos lugares en aquellos días un enorme cuidador en la entrada con cara de pocos amigos, una fila enorme esperando entrar, música rock en español, ese día sonaba la música a más no poder, mucho humo de cigarrillo en el ambiente, meseros corriendo de aquí para allá llevando los tragos de preferencia de cada persona, Tequila por aquí, Vodka por allá, Ron por un lado, Cervezas por otro, tomando pedidos, haciendo recomendaciones, el stress normal de este santuario de “liberación de stress” por contradictorio que suene.

Entramos todos, como siempre hacíamos nosotros cual cordiales guarda espaldas es decir las damas al frente y los demás atrás, creo que un inicio fue por cortesía que lo hacíamos así, pero ahora era más bien para cuidar a nuestra fiestera amiga, que tenía cierta facilidad para meterse en problemas y típicamente con el grupo más grande que el nuestro. Al ser un grupo preferimos  pedir una mesa y no quedarnos por allí deambulando, nos encaminamos hacia allá, en la paz y tranquilidad del anonimato en la meza del fondo, como antes mencione.

Ese día mientras viajábamos por la carretera, uno de nosotros nos menciono su reciente promoción en su lugar de trabajo, así que ya teníamos pretexto para celebrar algo importante, solicitamos una botella de RON Zacapa Centenario, eso solo denota una celebración a lo grande, el mejor ron del mundo no se toma por cualquier evento. Pero estar entre amigos, siempre vale un trago de esos especiales,

La botella llego, varios vasos y hielo la acompañaban, los vasos se fueron llenando uno a uno, cada uno agrego el hielo a su propio gusto, y al unísono levantamos nuestros vasos y dijimos SALUD!, estábamos celebrando el ascenso de Juan Anton (que coincidió con este viernes de tedio que teníamos todos) finalmente recuerdo, había sido convertido en encargado de tienda, la verdad tendría que hacer lo mismo que hasta hoy hacia y adicionalmente trabajaría fines de semana y algunos turnos alternos en horas de la madrugada, era un bonito nombre el del nuevo puesto y el aumento bien ayudaría a seguir subiendo los escalones que el tanto ansiaba subir. Era el perfecto ejemplo de la esclavitud moderna de la cual todos somos parte.

Así inicio aquella noche, cada uno fue tomando su camino, las chicas, como siempre, fueron a la pista de baile a deleitar a más de uno con sus juegos de baile exótico, jugueteando con los ojos de varios de ellos, y por supuesto nosotros, sus acompañantes, o debo decir guarda espaldas,  sin saber por que pasábamos a tener muchos contrincantes en tan poco tiempo. Ellas bailando, JuanAn, contando lo de su ascenso de lo bueno que era, y del mundo de posibilidades que sea abría, de cómo eso mejoraría sus planes a futuro, de cómo lo presentía pues desde hacia tiempo le daban más responsabilidades, de cómo se sentía de orgulloso de haber trabajado hasta el amanecer en varias ocasiones, etc.

Mientras todo aquello pasaba al mismo tiempo, mi mirada se situaba perdida en algún punto al final del bar, poco a poco y sin darme cuenta aquel ruido se hizo silencio, las personas parecían moverse en cámara lenta, el humo del lugar llenaba mis pulmones, la relajación por los 2 rones se hacía sentir en mis parpados, mi mente trataba de pensar en algo, pero simplemente estaba en blanco, viendo pasar la vida, observando la actualidad que vivíamos, tratando de entender como en aquel lugar podría una persona sentirse liberada y tranquila, tratando de entender los misterios de la vida y perdido en mis propios pensamientos, en mis ideas.

Mientras eso pasaba, las miradas de todos se movieron al unísono hacia una persona que se acercaba a mí, una figura masculina de unos 45 años, amable y sonriente, cosa que por cierto me dio desconfianza, se acerco como cuando un amigo se acerca a ti, con una sonrisa, con una mirada que denota que hace mucho no se veían y con el sentimiento de haber encontrado de nuevo a alguien con quien se ha compartido en el pasado. Al llegar cerca de mi lugar simplemente me sonrió y sin platica previa lanzo unos dardos desde sus pulmones, y el mensaje de esos dardos me dejo helado sin capacidad de reaccionar, me dijo “Hace mucho no ves a tu abuela, ella extraña tu presencia, y siempre te recuerda con cariño, pasá a verla un día de estos”.

Esas palabras me quitaron el habla, quien era ese ser, como sabia que hace tanto no veía a mi abuela? la voz me parecía conocida, pero no lograba encontrar el vinculo, no lograba concentrar las ideas, no lograba identificarlo dentro de mis recuerdos, sonrió y desvió su vista al frente.  Todos mis amigos se quedaron viendo mi cara, no sabría decir si era de susto o de incertidumbre o tal vez de curiosidad o de culpa, por no haber visto a aquella señora de firmes convicciones, decisiones claras y corazón enorme, esa viejecilla que tanto me enseño desde su ausencia, que crio tanto a hijos y nietos (no en mi caso) esa señora que hace mas de 15 años no veo. Pero, quien era esa persona, porque me parecía tan familiar?

Con una mirada tranquilice a los chicos, quien fuera esta persona parecía amigable, ellos más tranquilos siguieron a lo suyo, a sus tragos y chistes, las chicas a sus bailes y juegos, la mirada de aquel desconocido que mi mente creía conocer se parecía mucho a la mía de hace algunos momentos, perdida en algún lugar al fondo del bar, perdido en sus recuerdos, en sus pensamientos, parecía tener un deseo enorme de hablar, pero parecía estar buscando las palabras correctas, o el momento correcto, mientras tanto yo observaba y esperaba expectante que se produjera nuevamente una comunicación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos encanta leer tus comentarios, por favor dinos que piensas

A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...