El objetivo está fijado, desde hacer rato, el primer paso está por
venir, o por lo menos esa es la intención, a ejercitarnos por salud, para
llenarnos de energía positiva, para oxigenar la mente, para tener un espacio de
salud y bienestar y, si por casualidad ayuda, pues un par de libritas menos no
caerían nada mal.
Un día antes todo quedó dispuesto, ropa de ejercicio preparada, ropa
para ir a trabajar lista y, esta vez, sobre el maletín de gimnasio para no
olvidarla de nuevo, maletín de gimnasio listo, agua lista, gimnasio pagado y un
día perdido, horario definido y evaluación de estacionamiento realizada el día
anterior. Habría que dormir temprano
para poder iniciar la aventura a las 4:30am, otra vez, ¡allá vamos! Hoy sí.
4:30 la alarma suena, irreverente como siempre y un poco más insistente
que ayer, de un salto salgo de la cama, mas con taquicardia del susto que con predisposición
y preparación, no sé si será la adrenalina, la emoción de volver a hacer
deporte o el terror del día después pero poco a poco voy agarrando inercia y
velocidad, procedo a lavarme la cara y los dientes, ponerme ropa de ejercicio,
sacar mi maletín de la casa, confirmar que no dejo nada que hubiera dejado el
día anterior y subirlo al carro, me despido de mi esposa quien hace un breve
repaso de todo lo que tengo que llevar para asegurar que esta vez sí empiece la
aventura, todo está cargado y listo, ¡tiempo perfecto!
El tiempo de traslado al gimnasio fue perfecto, ni un minuto más del
estimado, al llegar me percato que, aun cuando hay muchas personas, aún hay
espacio para estacionar, esta vez no me esperaba el espacio frente a la
entrada, pero no importa, si el objetivo es hacer ejercicio no hará mal caminar
un poco más, llego lleno de energía, listo para el primer día de una aventura,
o por lo menos el segundo intento del primer día, después me espera un día
cargado de trabajo, pero seguro estaré lleno de energía y buena vibra, el ánimo
por los cielos, y si es igual que ayer también me esperará un hambre increíble.
Bajo del vehículo, abro el maletero y, sonrío, esta vez sí está todo, saco
el maletín del gimnasio, tomo el recipiente con agua y me dirijo a la entrada,
hoy si es el día.
Después de los actos protocolarios del primer día, ver dónde es que se
ingresa, dejar las cosas en la casilla asignada, identificar las áreas de
entrenamiento, etc. Finalmente ubico el
área de equipo de cardiovascular, los veo con mirada altanera, hace mucho no
nos veíamos, pero hoy sabrán para que fueron hechos.
Subo a un equipo de movimiento elíptico, inicio el caminar mientras
programo el equipo para un entrenamiento intermedio, no nos vamos a poner con
irresponsabilidades después de tanto tiempo sin entrenar, todo está listo, el
equipo configurado, la toalla para secar el sudor lista, el recipiente con agua
listo, mi paso acelera para llevar el ritmo del equipo.
El corazón empieza a bombear más fuerte, la respiración se acelera, la
cadencia del movimiento se torna constante e intensa, las primeras gotas de
sudor aparecen tímidamente, tomo un par de sorbos de agua, en las pantallas
frente a dichos equipos están pasando partidos de diversas disciplinas en un
afán de distraer las mentes mientras se ejercita el cuerpo, los lentes los
tengo ya empañados, veo mi reflejo en el espejo y el color de mis bien dotadas
mejillas es de un rojo intenso, siento los latidos del corazón en cada
centímetro cuadrado de mi cuerpo, las manos se sujetan con toda la fuerza
posible al medidor de latidos que de un color verde tranquilizante salta a un
rojo asustador. Los músculos andan un
poco entumecidos, el sudor cae a torrentes, la respiración es acelerada y
descontrolada, es momento de bajar el ritmo y empezar a regular la respiración
y latidos.
Casi pidiendo clemencia levanto la vista al reloj, he perdido la noción
del tiempo, debo haber entrenado por lo menos unos 40 minutos, el pulso aún no
está regularizado, la respiración aun esta entrecortada, me esfuerzo en enfocar
el reloj y lo que indica es increíble, solo han pasado 10 minutos, bueno por lo
menos hoy entre la llegada, el entreno y la salida me tarde el doble que ayer.
Mas por vergüenza de salir muy rápido que otra cosa decido hacer un poco
de ejercicios abdominales, hace mucho no los hacia y entonces me esforcé en
hacerlos muy bien y cumplir todas las series, 15 minutos después me dirigía al
carro, la rutina del primer día estaba terminada.
Hoy puedo confirmar que traigo el ritmo impregnado en mi ser, en mi
andar hacia el carro, el cual siento que está más lejos que cuando llegué esta
mañana, llevo un rítmico y vibrante andar, por no decir un tembloroso y exhausto
sentir en mis músculos de las piernas que hacen que parezca que estoy bailando
una especie de baile contemporáneo de esos en los que no se entiende el ritmo…
Esos fueron los 10 minutos más intensos en mucho tiempo, complementado
con unos minutos de abdominales extenuantes, pero la eficiencia del ejercicio
no se discute, me voy a duchar con un hambre descomunal, esto del ejercicio es
peligroso , pero ha de ser cuestión de costumbre, seguro mañana será más fácil.
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