jueves, 25 de septiembre de 2014

Hasta el fondo.

Que miserable sentido de existencia es extrañar lo inextrañable y perderse en un laberinto de melancolía que no hace más que disfrutar la amargura como algo propio y la soledad como medicina, como quien se siente cómodo en el fondo de la tristeza y busca desesperadamente no sucumbir a la tentación de la felicidad.

Es esa tristeza irracional de saberse completo  y segmentado, lleno pero ausente, dejando que las tardes grises, las gotas frías y el viento ligero hagan escurrirse en pensamientos a un alma que clama por tristeza y pide a gritos los pedazos que no fueron y no serán, pareciera un tipo de arte masoquista que ha llegado a consumir lo poco que aún quedaba de algo que no es.


Es como andar ebrio sin beber y muerto sin fallecer.


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