miércoles, 15 de febrero de 2017

Bitácora… día 1 (segundo intento).

El objetivo está fijado, desde hacer rato, el primer paso está por venir, o por lo menos esa es la intención, a ejercitarnos por salud, para llenarnos de energía positiva, para oxigenar la mente, para tener un espacio de salud y bienestar y, si por casualidad ayuda, pues un par de libritas menos no caerían nada mal.

Un día antes todo quedó dispuesto, ropa de ejercicio preparada, ropa para ir a trabajar lista y, esta vez, sobre el maletín de gimnasio para no olvidarla de nuevo, maletín de gimnasio listo, agua lista, gimnasio pagado y un día perdido, horario definido y evaluación de estacionamiento realizada el día anterior.  Habría que dormir temprano para poder iniciar la aventura a las 4:30am, otra vez, ¡allá vamos! Hoy sí.

4:30 la alarma suena, irreverente como siempre y un poco más insistente que ayer, de un salto salgo de la cama, mas con taquicardia del susto que con predisposición y preparación, no sé si será la adrenalina, la emoción de volver a hacer deporte o el terror del día después pero poco a poco voy agarrando inercia y velocidad, procedo a lavarme la cara y los dientes, ponerme ropa de ejercicio, sacar mi maletín de la casa, confirmar que no dejo nada que hubiera dejado el día anterior y subirlo al carro, me despido de mi esposa quien hace un breve repaso de todo lo que tengo que llevar para asegurar que esta vez sí empiece la aventura, todo está cargado y listo, ¡tiempo perfecto!

El tiempo de traslado al gimnasio fue perfecto, ni un minuto más del estimado, al llegar me percato que, aun cuando hay muchas personas, aún hay espacio para estacionar, esta vez no me esperaba el espacio frente a la entrada, pero no importa, si el objetivo es hacer ejercicio no hará mal caminar un poco más, llego lleno de energía, listo para el primer día de una aventura, o por lo menos el segundo intento del primer día, después me espera un día cargado de trabajo, pero seguro estaré lleno de energía y buena vibra, el ánimo por los cielos, y si es igual que ayer también me esperará un hambre increíble.

Bajo del vehículo, abro el maletero y, sonrío, esta vez sí está todo, saco el maletín del gimnasio, tomo el recipiente con agua y me dirijo a la entrada, hoy si es el día.

Después de los actos protocolarios del primer día, ver dónde es que se ingresa, dejar las cosas en la casilla asignada, identificar las áreas de entrenamiento, etc.  Finalmente ubico el área de equipo de cardiovascular, los veo con mirada altanera, hace mucho no nos veíamos, pero hoy sabrán para que fueron hechos.

Subo a un equipo de movimiento elíptico, inicio el caminar mientras programo el equipo para un entrenamiento intermedio, no nos vamos a poner con irresponsabilidades después de tanto tiempo sin entrenar, todo está listo, el equipo configurado, la toalla para secar el sudor lista, el recipiente con agua listo, mi paso acelera para llevar el ritmo del equipo.

El corazón empieza a bombear más fuerte, la respiración se acelera, la cadencia del movimiento se torna constante e intensa, las primeras gotas de sudor aparecen tímidamente, tomo un par de sorbos de agua, en las pantallas frente a dichos equipos están pasando partidos de diversas disciplinas en un afán de distraer las mentes mientras se ejercita el cuerpo, los lentes los tengo ya empañados, veo mi reflejo en el espejo y el color de mis bien dotadas mejillas es de un rojo intenso, siento los latidos del corazón en cada centímetro cuadrado de mi cuerpo, las manos se sujetan con toda la fuerza posible al medidor de latidos que de un color verde tranquilizante salta a un rojo asustador.  Los músculos andan un poco entumecidos, el sudor cae a torrentes, la respiración es acelerada y descontrolada, es momento de bajar el ritmo y empezar a regular la respiración y latidos.

Casi pidiendo clemencia levanto la vista al reloj, he perdido la noción del tiempo, debo haber entrenado por lo menos unos 40 minutos, el pulso aún no está regularizado, la respiración aun esta entrecortada, me esfuerzo en enfocar el reloj y lo que indica es increíble, solo han pasado 10 minutos, bueno por lo menos hoy entre la llegada, el entreno y la salida me tarde el doble que ayer.

Mas por vergüenza de salir muy rápido que otra cosa decido hacer un poco de ejercicios abdominales, hace mucho no los hacia y entonces me esforcé en hacerlos muy bien y cumplir todas las series, 15 minutos después me dirigía al carro, la rutina del primer día estaba terminada.

Hoy puedo confirmar que traigo el ritmo impregnado en mi ser, en mi andar hacia el carro, el cual siento que está más lejos que cuando llegué esta mañana, llevo un rítmico y vibrante andar, por no decir un tembloroso y exhausto sentir en mis músculos de las piernas que hacen que parezca que estoy bailando una especie de baile contemporáneo de esos en los que no se entiende el ritmo…


Esos fueron los 10 minutos más intensos en mucho tiempo, complementado con unos minutos de abdominales extenuantes, pero la eficiencia del ejercicio no se discute, me voy a duchar con un hambre descomunal, esto del ejercicio es peligroso, pero ha de ser cuestión de costumbre, seguro mañana será más fácil.

martes, 14 de febrero de 2017

Bitácora… día 1.

El objetivo está fijado, el primer paso está por venir, a ejercitarnos por salud, para llenarnos de energía positiva, para oxigenar la mente, para tener un espacio de salud y bienestar y, si por casualidad ayuda, pues un par de libritas menos no caerían nada mal.

Un día antes todo quedó dispuesto, ropa de ejercicio preparada, ropa para ir a trabajar lista y al lado del maletín, maletín de gimnasio listo, agua lista, gimnasio pagado, horario definido.  Habría que dormir temprano para poder iniciar la aventura a las 4:30am, ¡allá vamos!

4:30 la alarma suena, irreverente como siempre, de un salto salgo de la cama, por alguna extraña razón estaba despierto 15 minutos antes de que sonara, no sé si será la adrenalina, la emoción de volver a hacer deporte o nada terror del día después, procedo a lavarme la cara y los dientes, ponerme ropa de ejercicio, sacar mi maletín de la casa y subirlo al carro, me despido de mi esposa, todo está cargado y listo, ¡tiempo perfecto!

El tiempo de traslado al gimnasio fue perfecto, ni un minuto más del estimado, al llegar me percato que, aun cuando hay muchas personas, aún hay espacio para estacionar, y debo de estar de suerte pues un lugar justo frente a la entrada se acaba de liberar, llego lleno de energía, listo para el primer día de una aventura, después me espera un día cargado de trabajo, pero seguro estaré lleno de energía y buena vibra, el ánimo por los cielos.

Bajo del vehículo, abro el maletero y, no puede ser, saco el maletín del gimnasio, saco el maletín de la computadora, saco las mil y una cosas guardadas en el mismo, encuentro algunas cosas que hace mucho estaba buscando, pero no encontraba, y otras que no recordaba haber perdido, pero entre todo hay algo que no aparece, la ropa para después del gimnasio decidió no venir en este primer día.  Nota mental, poner la ropa de oficina sobre el maletín del gimnasio para el próximo día (alguien en casa me dirá “te lo dije”)

Un par de minutos después estaba camino de regreso a casa, la mirada curiosa de quienes me vieron llegar, estacionar, bajar, tirar todo al suelo, volverlo a meter al carro, subirme e irme de nuevo en menos de 5 minutos me persigue mientras salgo del estacionamiento, creo que todos sabían que algo había olvidado. 


Una hora de trafico me esperaba para llegar a casa, al llegar poder bañarme y otro poco de trafico de traslado a la oficina, este día mas que calorías quemé gasolina, pero ha de ser efectivo esto del gimnasio porque ¡traigo un hambre!


miércoles, 8 de febrero de 2017

El Hígado anda triste.

Y casi se colapsa mi pobre glándula hepática al percibir tanta palabrería sin sentido, escuchar a un ser medianamente libre, o que por lo menos se cree libre, añorar los tiempos de las dictaduras es algo impensable, pero tristemente real, añorar lo que creen fue paz y no fue más que opresión, añorar lo que llaman justicia y no fue más muerte, añorar las fabulas que algunos abuelos cuentan y no ver la realidad que la historia refleja.

La ira va dejando lugar a una tristeza profunda, al comprender que quien habla así de la dictadura lo hace con convicción y total certeza, pensando que lo que dice es cierto, heredero de pensamientos, hijo de opiniones, esclavo de relatos e indiferente a realidades que la historia nos cuenta, algunas veces en susurros y otras con gritos desesperados y adoloridos.  Hay quien cree que la sangre calma la guerra y que la ausencia obligada de seres trae paz, cree también que ver hacia otro lado hace que la miseria desaparezca, piensa que el problema es el gobierno sin ver que es la sociedad quien define el gobierno.

Notar que se habla de valor, coraje y determinación con gran convicción, pero entender que los confunden con muerte, opresión e imposición es lamentable, pensar que más sangre derramada frenará el derramamiento de sangre, soñar con que más odio frenará el odio, que más agresión frenará la agresión, pensar que privilegios para unos cuantos traerá paz y tranquilidad para la mayoría es tan irreal, por decir lo menos.  Quien no tiene sueña con tener, quien tiene sueña con poseer, pocos son los que se interesan en ser, amar, construir y enseñar.

Los privilegiados hablan de derechos igualitarios para todos, siempre que no se hable de sus propios, y muchas veces incoherentes, privilegios, esos que por ser influyentes y de sangre azul han logrado riqueza, pero son incapaces de competir en igualdad de condiciones. Ellos claman porque la educación mejore, pero no para todos, porque el gobierno haga más pero siempre sin que los privilegiados deban pagar, cegados por alguna razón, no ven como sus privilegios también los limitan de seguir creciendo, y al resto de la población de empezar a desarrollarse.

Cuantos milenios más de odio, guerra, opresión, imposición, muerte, miseria, hambre y ceguera al sufrimiento necesitamos para buscar un camino alterno, un camino diferente, un camino en paz; si llevamos tantos milenios por este camino, insistiendo en clasificarnos por nacionalidad, color, sexo, religión, ideología política, etc.  Creyendo todos los clasificados que son superiores a los otros, poseedores de “más verdad” que los otros, sin comprender que los únicos que se benefician de esas clasificaciones son quienes sonríen, privilegiados, desde la opulencia, distantes y manejando masas a su conveniencia.

Si todos venimos a este mundo sin nada, y al momento de partir se aparecerá la señora muerte y nos tomará de la mano, nos verá con esa mirada interrogante que no comprende porque los humanos insistimos en clasificarnos de tantas formas diferentes, si para ella todos somos exactamente iguales, simples mortales que pasan por este mundo y tienen en sus manos la oportunidad de poder vivir, algo que muchos, al ver a la señora muerte a los ojos, comprenden que han olvidado hacer, si somos tan humanamente iguales, ¿porque insistimos en dividirnos?

Hasta que no comprendamos, aceptemos y disfrutemos de la igualdad de nuestra imperfecta humanidad, no seremos capaces de crear una realidad distinta a la que por milenios hemos creado.

Un paso a la vez, una sonrisa a la vez, una caricia a la vez, un corazón a la vez, una vida a la vez, caminando en el camino del amor, del auto-conocimiento y de la tolerancia, sin etiquetas, clasificaciones ni falsas supremacías.


Allá nos vemos...

A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...