Llega y tienta con la mirada, con esa dulce
mirada de antaño que seduce con la inocencia, con esa voz de terciopelo que va
adormeciendo la memoria y haciendo presentes las historias, aparece sin aviso y
sin aviso se estaciona en el espacio de queja libre el rayo de sol que paso por
la ventana. Dejando pasar los rayos de
luz el cristal va permeando los recuerdos en pedazos de sol, sin importar al
sonoro que hacer exterior, van cayendo pesadamente e instalándose frente a mí
con una amplia sonrisa de quien llega y simplemente espera ser atendida.
Y es que el tiempo gusta de jugar con la mente,
trayendo al presente cosas casi olvidadas, detalles casi extintos, espacios
ocultos y sensaciones siempre presentes, peligroso amigo el tiempo, problemático
cuando se junta con la memoria, preocupante cuando acarrea tristeza, invaluable
la tristeza pasada que hoy genera sonrisas…
Esta melancolía, como siempre llegó sin avisar,
y parece que se quiere quedar un rato más, endulzando lágrimas invisibles y
limpiando dolorosamente heridas olvidadas.
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