jueves, 25 de septiembre de 2014

Hasta el fondo.

Que miserable sentido de existencia es extrañar lo inextrañable y perderse en un laberinto de melancolía que no hace más que disfrutar la amargura como algo propio y la soledad como medicina, como quien se siente cómodo en el fondo de la tristeza y busca desesperadamente no sucumbir a la tentación de la felicidad.

Es esa tristeza irracional de saberse completo  y segmentado, lleno pero ausente, dejando que las tardes grises, las gotas frías y el viento ligero hagan escurrirse en pensamientos a un alma que clama por tristeza y pide a gritos los pedazos que no fueron y no serán, pareciera un tipo de arte masoquista que ha llegado a consumir lo poco que aún quedaba de algo que no es.


Es como andar ebrio sin beber y muerto sin fallecer.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

Presentacion Un ayer en Pedazos

Esta es una postal sencilla de lo que fue la presentación de mi primer libro, Un Ayer en Pedazos, les comparto las palabras que debieron ser dichas en el evento pero que la emoción no me permitió decir en su totalidad, algunas fotos también hay y mucho agradecimiento a todos por su cariño.



Buenas noches a todos los presentes y gracias por estar aquí esta noche compartiendo la presentación de esta idea hecha papel, y es que es un gusto enorme para mi compartir con ustedes algo que inicio como un sueño, se convirtió en una meta y termino siendo el canal de conducción de muchas dudas y pocas certezas en mi vida, y para mi sorpresa no solo de mi vida.

Antes de seguir quiero agradecer a todos los presentes aquí, incluyendo a muchos que físicamente no están pero que fueron parte de este proyecto, algunos sin saberlo.  

En la dedicatoria del libro están mis más profundos amores, mi padre, mi madre, mi esposa, mi hijo, mi hermana y mi Guatemala.  Pero también hubo muchos actores en esta aventura, y sería casi imposible nombrarlos a todos.

·      Gracias Sophos, por este espacio y este tiempo en el que nos permite hacer esta presentación.
·    Gracias Magna Terra y especialmente a vos Paolo, por confiar y creer en este proyecto, de corazón muchas gracias.
·     Gracias a mi familia y a los amigos cercanos, si es que no son lo mismo,  que leyeron, leyeron y releyeron cuanta versión fue naciendo y me dieron sus comentarios con apertura y sinceridad, gracias miles
·    Gracias a aquellos que no creyeron, me hicieron ver otros puntos de vista que fueron muy valiosos en el desarrollo
·    Y por sobre todo gracias a cada uno de ustedes, que ya sé que lo dije en un inicio, pero lo repito pues su presencia aquí significa mucho para mí y cada uno de ustedes por diferentes razones.

Hablando un poco del libro, les prometo que será poco pues no quiero aburrirlos con mucho discurso, el libro busca ser un homenaje, con toda la humildad posible, a la vida, para ser más específicos, a la vida en nuestra Guatemala, busca ser un pedazo de historia personal, busca ponerle un poco de sentir a los datos estadísticos.

No me queda más que agradecerles a todos, invitarlos a disfrutar de un vino a la salud de quienes ya no están y de quienes aún quedamos y recordarles que si hay alguien con deseos de leer el libro, está disponible aquí en Sophos.

Un abrazo a todos los presentes y toda mi gratitud hacia ustedes



Si alguien esta interesado en adquirir el libro puede adquirirlo en linea, tanto dentro como fuera de Guatemala, en el siguiente link

http://www.sophosenlinea.com/libro/un-ayer-en-pedazos_201640








jueves, 4 de septiembre de 2014

La pelota

Llegó rebotando a mis pies sorpresivamente, tras ella venia un niño lleno de emoción que con el grito de “pase la bola don!!” pedía que se la regresara y pudiera continuar con el campeonato de las estrellas del mundo que jugaban entre charcos mientras esperaban sus padres salieran de hacer unos “mandados”, jugaba en ese momento la selección de “Messi” contra la de “Roben” me entere minutos más tarde.

Aquella pelota me hizo traer la postal del campeonato del barrio a mi mente, y es que como no regresar al momento aquel en el que  al rebote de un elemento esférico se marcaba el ritmo de los gritos, de las carreras, las carcajadas y la emoción, el estadio era una calle llena de agujeros y poco tráfico, padres y abuelos llenaban los graderíos (la acera) y gritaban a todo pulmón por sus estrellas preferidas, era el campeonato de la calle en que crecí, y se repetía casi todos los fines de semana,  el uniforme era “los con camisa contra los sin camisa”, el tiempo de partido terminaba cuando ya no se podía ver la pelota en la obscuridad de la noche y la nula iluminación de las calles, o hasta que la dulce voz de algún mama gritaba desde la puerta de la casa “A cenar PATOJOS!! Ya es noche!!”.

Quien había ganado el partido poco importaba, en ese momento de ultimátum de la más alta autoridad existente todo se decidía con el temido “último gol gana muchá”, no importaba si el marcador era a esas alturas 55 contra 4, el último tanto habría de inclinar la balanza en aquella batalla campal, los jugadores parecían sacados de películas épicas de guerras, con heridas de guerra por doquier, raspones, moretones, sudor, suciedad y garra de lucha, en aquel partido parecía que se jugaba la paz del mundo, y tal vez así era…

Después de algunos minutos el temido último gol llegaba, y contrario a lo que se pensaba la celebración era poca en ambos equipos, aquella anotación solo confirmaba que el partido de 4 o 6 horas de duración había llegado a su fin, por lo menos por aquel día, habríamos de ir a casa, y al ritmo de un “orale muchá” se chocaban las manos y se concretaba la despedida, cada uno enfilaba a su centro de concentración, la preparadora técnica de cada hogar recibía al héroe del partido, dependiendo del nivel de las heridas de guerra y/o la mugre el trato podría cambiar dramáticamente.

Algunas veces el dialogo era dulce y tolerante

-          Pasa mijo, jugaron bastante?, haceme favor, anda bañarte y te venís a cenar
-          Bueno mami, vieras que metí un par de goles, y cuando me caí todavía pude patear la pelota y……
-          Que alegre mijo, báñate y me contas ya limpiecito ¿sí?

Otras veces el tono del dialogo cambiaba un poco, especialmente cuando el partido había sido en campo de tierra bajo una lluvia torrencial, lo cual dejaba nuestras vestimentas y calzado un poco más golpeados y mugrientos que nuestras rodillas, rostros y cuerpo en general, esas veces el dialogo era más o menos así

-          ¡NI SE TE OCURRA ENTRAR ASI A LA CASA!
-          Ala mami, pero si no estoy tan sucio
-          ¡Quítate la ropa allí en la entrada, sino, no entras!
-          ¡MAMA! ¡Qué vergüenza! ¡me van a ver todos!
-          Qué vergüenza será, quítate todo que allí te voy a echar agua
-          ¡MAMA!

No había ruego o piedad posible, la máxima autoridad había hablado, quedando únicamente en calzoncillo en la entrada de casa, recibiendo agua a chorros por la manguera, viendo caer la mugre a borbotones y luego entrando titiritando de frio directo a bañarme, claro que la pena era menos cuando a mitad de aquel procedimiento se alzaba la vista y se podía ver al resto del equipo pasando por similares procesos, cada uno al frente de sus hogares, algunos con menos ropa que yo, entonces ya sabíamos que aquel evento seria la aventura a comentar al día siguiente.

Al otro día nos veríamos para iniciar un nuevo encuentro campal, en donde retomaríamos los retos del día anterior, “los con camisa contra los sin camisa”, los jugadores eran todos los que salieran a jugar sin distinción alguna, el reto jugar, el momento ahora, la gloria el juego, las risas eran infaltables, los gritos de emoción eran constantes, las jugadas de ensueño y los sueños de jugadas abundaban, éramos uno, éramos todos.

Devolví la pelota a aquellos niños, seguí mi camino a la oficina…


“QUE BUENAS CHAMUSCAS” las de aquellos días.

A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...