La vida da vueltas y se
escurre rápidamente entre nuestros dedos, como siempre nos dijeron padres y
abuelos, disfruta los momentos y aprovecha el tiempo acordate que el tiempo
perdido hasta los santos lo lloran, decía mi abuelita, aquella viejita que
tanto me quería y disfrutaba compartiendo su tiempo conmigo, y por supuesto el
sentimiento era mutuo.
Por aquellos días veía como
los “viejos” vivían preocupados por nuestra generación, vi las angustia de mi
madre y también sus profundas alegrías resultado de mis acciones, la escuche
rezando por mi vida y por sabiduría para guiarme, la vi angustiada por mis
aventuras nocturnas, emocionada con mis notas escolares y preocupada por los
recurrentes reportes, como se preocupaba la viejita
Recuerdo su angustia en la
fila, mientras esperábamos pacientemente que el doctor de turno nos atendiera,
su preocupación por la situación y el futuro del país, por la inseguridad y los
riesgos que su hijo corría mientras yo estaba en la calle jugando, y aunque lo veía
todo no entendía por que aquel nivel de aprensión, ha de ser la edad me decía
para mis adentros.
Camine junto a ella en
incontables oportunidades mientras nos dirigíamos a traer resultados de mis
estudios, las calificaciones siempre podían traer sorpresas, incluso para mí,
pero había algo que era constante y que acompaño aquellas visitas en todos mis días
de estudio
-
Señora, buenos días, la verdad las notas están bien,
la evolución del alumno está conforme lo que se requiere, lo único es que “NO
SE QUEDA QUIETO SU HIJO”, no importa si lo pongo hasta adelante, si tiene
trabajos especiales, si le llamo la atención o si le bajamos puntos… “NO SE
QUEDA QUIETO SU HIJO”…
A lo cual mi pobre madre sonreía
apenada y prometía hacer algo al respecto, y de decir que muchas veces intento,
muchas cosas hizo para lograr que me quedara quieto y pusiera más atención, hasta
que a fuerza de cansancio llego a una conclusión,
yo no cambiaría y no le hacía daño a nadie así que, ni modo.
Muchos años han pasado desde
aquellas aventuras y ahora soy yo quien hace fila para ir a recibir resultados
de mi hijo, me lleno de orgullo cada vez que me dicen cosas buenas de él, como
casi siempre pasa, me lleno de felicidad cuando veo su sonrisa y felicidad,
cuando veo sus progresos académicos y empatía con el mundo, cuando lo veo
haciendo amigos, cuando lo siento lleno de amor.
Hoy parece que yo aquel “viejo”
que veía cuando era pequeño, preocupándose por el futuro, alegrándose por los
logros de mi hijo, preocupado por el futuro, ansioso por la inseguridad,
tratando de hacer lo mejor que puedo, ahora soy yo el viejo aquel que dice una
y otra vez lo rápido que pasa la vida y le dice a otros que aprovechen cada
segundo, pues se van rápido y no regresan, soy ahora yo quien repite sin cesar
las vueltas que da la vida y lo importante de decidir ser feliz a cada momento.
Soy yo ahora el viejo que de
niño veía, el tiempo ha pasado y me hace entender las frases aquellas, el
tiempo va caminando y me enseña las razones tras de aquellas “frases de viejos”,
el tiempo me ha dejado ver las numerosas vueltas que da la vida, el tiempo va y
me está pasando la factura, especialmente cuando llego a recibir resultados de
los estudios de mi hijo, y veo que entre todas sus virtudes la conversación que
constantemente se repite, a que no adivinan cual es
-
Señor, buenos días, la verdad las notas están bien,
la evolución del alumno está conforme lo que se requiere, lo único es que “NO
SE QUEDA QUIETO SU HIJO”, no importa si lo pongo hasta adelante, si tiene
trabajos especiales, si le llamo la atención o si le bajamos puntos… “NO SE
QUEDA QUIETO SU HIJO”…
No sé si será el karma, no sé
si mi pobre hijo es simplemente víctima de mi genética, tal vez simplemente ahora soy yo él viejo de treintaitantos años
que es visto por niño de 5….
Y si es karma… ¡LAS QUE ME
HACE FALTA PAGAR!... prefiero pensar que ahora soy yo el viejo y ya.