Aunque mi memoria es limitada y tiene serios
problemas de recordar detalles, y aun cuando mi esposa piensa que es memoria
selectiva y conveniente (a mis intereses por supuesto), yo la verdad no estoy
seguro de eso, pero por la integridad y salud de mi dentadura es algo que no
debato abiertamente con ella, aun así, con lo limitado de mi memoria y lo selectiva que esta pueda ser, hay cosas
que vienen a mi mente con total claridad y no tienen margen de duda, una de
esas verdades en mi recuerdo es que “algún día fui niño”, y no pongan esa cara
de susto, fue hace varios años pero el recuerdo es más claro que el agua, estoy
completamente seguro de que fui un mocoso imprudente y juguetón, de esos que
corrían de arriba para abajo, jugaban con la comida, se tiraban al suelo a
jugar sin ver si estaba limpio o no y exigía la atención de mis padres a cada
segundo.
Estoy seguro que era tan insistente como mi
hijo de 4 años cuando había algo que me llenaba de emoción, estoy seguro que
también fui un imprudente que interrumpía a cada momento cuando los demás
hablaban, estoy seguro que era uno de esos que por alguna extraña fuerza del
universo nunca podía regresar limpio a casa y que más de una vez me vi obligado
a ser bañado en el jardín para evitar una catástrofe de suciedad dentro de casa
y puedo decirles que son los mejores recuerdos.
También fui de aquellos que no quería ir a
dormir pues quería disfrutar cada segundo con mis padres, fui de aquellos que
no entendía del cansancio de mis padres y cuando hablaban de un descanso yo
quería “descansar” con ellos y hacerlo jugando claro está, fui de aquellos que
sabía que no había lugar más seguro en el mundo que los brazos de su madre, que
se creía una mezcla de superman,
spiderman, hulk, batman y demás secuaces, que defendería a su mama hasta de un
dinosaurio, empuñando una espada imaginaria con poderes mágicos y un escudo a
prueba de todo que estaba fabricado de carton, por arte de magia creía saber
kempo, kung-fu, yudo y demás artes marciales y el mundo caería a mis pies si yo
así lo decidía, una especia de Kung-Fu Panda mezclado con Tohr y el Ironman.
Mi imaginación era más amplia de lo que alguien
pudiera imaginar, y a decir de mi esposa sigue así a juzgar de las historias
que cuento a nuestro hijo a la hora de dormir, desde subir montañas, pilotear
aviones de guerra, carros de carreras, nadar bajo el océano y demás invenciones
corrían por mi mente, pero claro nunca le decía lo que pensaba a los adultos, en
mi interior yo creía que ellos leían mi mente, entonces hoy está claro que no
entendían cuando saltaba desde lo alto de algún mueble o me adentraba en las
profundas aguas de la pila donde lavaban ropa o bien salía como loco en
bicicleta a mas de 2,000 kilómetros por hora, qué tiempos aquellos, por lo menos
para mí, yo sé que mi pobre madre, padre y abuelos vivían estresados y
reparando mis repetidas heridas de guerra y por supuesto los consabidos regaños
para ver si el niño decidía estar un poco menos loco.
Más allá de eso estoy casi seguro, 99.99% seguro
que todos los viejitos que vemos por la calle, caminando a paso lento, a veces
con ayuda de un bastón y con suerte de alguno de sus hijos o nietos, también
fue niño, también creyó tener el mundo a sus pies y también hubo un tiempo en
que pensó que podía cambiar el mundo, el también quiso proteger a sus padres de
todo mal y también corrió con los brazos abiertos soñando con que piloteaba un
avión.
Este respetable anciano lleva hoy algunas
memorias, otras ya se han perdido, algunas veces recuerda los mismos eventos
una y otra vez, nos cuenta como si de una nueva historia se tratara cuando en
una oportunidad defendió a una mujer hermosa de los malhechores y los corrió a
los puños, ella se enamoro de él y desde aquel día estaría destinada a ser
nuestra abuela, la abuela tiene una versión un poco menos romántica claro está,
el lo cuenta con emoción, con energía,
con el corazón palpitante y en sus ojos se puede ver aquel momento que lo llena
de vida, aunque el resto de la familia sepa el desenlace, los personajes y toda
la historia pues la han escuchando más veces de las que pueden contar, aun así,
el se emociona nuevamente.
Y qué decir de aquella viejecilla llena de amor
para dar y que se preocupa tanto de todos los que son menores que ella que anda
repartiendo bastonazos a diestra y siniestra a los que no le hacen caso, es de
hacer notar que para esta señora cualquier persona menor de 55 años es un bebe
y necesita ser protegido y orientado en esta vida, ella no agrede, simplemente
corrige como lo hizo con sus hijos hace ya tantos años, no lastima, guía como a
ella le enseñaron sus padres, no pelea, simplemente su alma se llena de
angustia al ver a algún joven en pasos dudosos pues ella sabe perfectamente cuál
será el final de esa historia, ella no es cascarrabias, simplemente es sabia,
ella no le teme a nada, pues ya lo ha visto todo.
¿Y por que recordar los extremos de la vida? Se
preguntaran ustedes, por que recordar a los niños intrépidos y a los ancianos
sin límites, o bien podría decir a los niños sin límites y a los ancianos
intrépidos, ¿porque ambos ven la vida con ojos de ilusión estando en los
extremos de la existencia?, tal vez las razones sean diferentes, pero ambos
aman la vida, adoran la aventura, saben lo que es el amor puro y verdadero,
entienden lo impactante de un abrazo, lo demoledor de una caricia y lo reconfortante
de un beso, tal vez por eso ellos se llevan tan bien de forma natural, tal vez
por eso niños y ancianos coinciden muchas veces y forman las más grandes
amistades, tal vez por eso nietos y abuelos son los cómplices más peligrosos
que el mundo pueda imaginar
¿Y por que es importante recordarlo?, cada vez
que un niño esté a punto de sacarte de tus casillas, que un imprudente infante
no te deje hablar con tranquilidad, o que un regalo de tu hijo traiga una serie
de consecuencias impredecibles, desde un vidrio roto hasta un par de muebles
quemados, no perdamos de vista lo importante, no olvidemos que está aprendiendo
a ir por este mundo, pero más que nada no olvidemos nunca que cuando hace años,
nosotros hicimos lo propio, hubo unas manos que nos guiaron, unas palabras que
nos orientaron y unos seres que nos llevaron al camino correcto.
Recordemos aquellos momentos, lo más detallado
posible, recordemos las manos firmes pero amorosas que nos guiaron, las caras
duras que nos asustaron, los golpes que nos dolieron y algunas veces no
entendimos porque, los castigos que nos enseñaron, los premios que nos
motivaron, las palabras que nos incentivaron, las caricias que nos animaron,
recordemos todo en detalle y recordemos como nuestro niño interno se sintió en
cada una de esas oportunidades, y entonces, recordando lo que nos ayudo y lo
que solo nos lastimo, teniendo en mente lo que nos hizo crecer y lo que
simplemente dejo una cicatriz sin razón, con todo eso en nuestro pensamiento
analicemos como actuar hacia un ser indefenso, que aunque inquieto y algunas
veces imprudente, no tiene maldad en su ser y que no tiene la culpa de que
alguien no le enseñara los límites de la vida, recordemos esto y pensemos como
queremos ser recordados por ese inocente ser, ¿con amor y agradecimiento o con
miedo y dolor?
Lo mismo pasa con los niños de 70 años en
adelante, cuando nos cuenten una historia que ya hemos escuchado, cuando recibamos
regaños aptos para niños de 5 años, cuando los veamos pensativos y lentos en su
andar, cuando sus mano poco agiles cometan errores, cuando su vista cansada no
sea capaz de ponernos atención, cuando sus manos cálidas y marcadas por el
tiempo tomen las nuestras sin saber porque, pensemos como queremos ser tratados
cuando lleguemos a esas edades, pues si tenemos la dicha y la bendición de
llegar a ser como ellos, pensemos como quisiéramos ser tratados.
Escribo esto inspirado en la ternura de niños y
ancianos, en la vulnerabilidad de ambos, en lo frágil de sus corazones y en el
amor incondicional que nos dan a cada momento, no tienen límites, no conocen el
miedo.
Nunca olvidemos de dónde venimos y lo que
sentimos en aquellos tiempos y tampoco olvidemos hacia dónde vamos y como queremos
sentirnos, ellos merecen todo nuestro amor, respeto y tolerancia, y si alguien lo duda simplemente recuerde, y
si alguien no cree simplemente razone
En mi mano de niño hay huellas de los adultos
que me llevaron por la vida, en mi mano de hombre están las caricias del niño
que llena mis días, en mi mano de anciano espero tener el amor de quienes trate
con dignidad en mi vida y el perdón de quienes herí sin desearlo.
Es simple, trátalos como quisiste o quisieras
ser tratado, el mundo puede ser mejor y todos merecemos estar en el