En doscientos años ha pasado de todo por estas tierras, iniciando con un proceso que se presento como el progreso, cuando en realidad fue un cambio de mando, y como bien lo dice el acta de independencia, lo hicieron porque si lo hacia el pueblo, los resultados serian terribles, y hasta ahora la receta original parece seguir funcionando, divide, oprime, abusa y derrama sangre.
Un grupo decidió quedarse con el negocio que antes llevaban otros abusadores, proclamar a los 4 vientos la independencia mientras seguía usando de esclavos a los indígenas, proclamar la libertad siempre que fuera bajo los términos de la elite de por aquellos días, proclamar el progreso, siempre que fuera con mano de obra gratuita y con tierras tomadas por la fuerza, reforzando desde aquellos días, en el imaginario popular, que el cambio solo traería cosas peores.
Al inicio de este trayecto la mayoría era pobre, sin servicios de salud, educación o apoyo de algún tipo, y parece que por estos días las estadísticas no han cambiado mucho, somos muchos mas guatemaltecos, pero seguimos teniendo a la mayoría de la población bajo la línea de pobreza, con bajos índices de educación y casi inexistentes servicios de salud.
Por otro lado, las familias que dictaron las reglas, se las han arreglado para continuar dictando la forma de vida de esta tierra, siguen indicando quien gobierna, siguen indicando como se hacen negocios y quienes pueden hacerlos, han creado una realidad paralela en donde le hacen pensar a una buena parte de la población que existe libertad, justicia y un abanico de posibilidades para crecer, prosperar y construir ese país que tanto buscamos, sin embargo, si alguien tiene la osadía de escudriñar sus negocios no tan transparentes, de ponerle limites a su influencia sobre la política del país para poder dar los primeros pasos en la construcción de un país que piense primero en las mayorías, que busque el desarrollo real y sostenible, que ponga el bienestar de los ciudadanos como prioridad y que tenga un sistema de justica que realmente sirva como un marco de convivencia social de igualdad ante la ley y no una maraña de caminos sin salida que solo beneficia a un grupo selecto, ese ser normalmente desaparece de la vida pública, y algunas veces de la vida a secas.
No hay mucho por celebrar, que los paisajes que nos quedan son bellos, sin duda lo son, que tenemos gente capaz y talentosa entre nosotros, seguro que si, que hay muchos que con su esfuerzo intentan hacer un país mejor, con total seguridad podemos afirmarlo, pero eso no es suficiente para ir adelante, no es suficiente para decir que pensamos en todos, no es suficiente para pensar que al menos vamos por buen camino.
De nuevo politicos de turno, puesto por los grupos de siempre, enfocados, en su mayoría, únicamente en el beneficio personal, en sacar cuanto puedan en el tiempo que les toque, sin importarles las personas que por ellos votaron, pero eso si, cumpliendo a cabalidad las ordenes de quienes les pagan.
Este debería ser un momento de reflexión, de dialogo serio y profundo, de revisar donde estamos y de donde venimos para poder entender que cosas hicimos mal, cuales no hicimos que debimos haber hecho y cuales hacemos y debemos dejar de hacer, es momento de no permitir que sigan separándonos con los típicos discursos de izquierdas y derechas, con las letanías religiosas, con los temas polémicos, hablemos, escuchemos, propongamos y creemos el país que meremos, uno que sea inclusivo, abierto, justo y próspero, entre otras tantas virtudes que necesitamos tener.
Sentémonos a hablar pues, pero con el objetivo de entendernos, de comprender cuales son nuestros puntos en común y luchar juntos por esos grandes objetivos que seguro la mayoría queremos, dejemos de pelearnos que eso que solo a unos grupos benefician, aprendamos a construir tejido, a abrazarnos, a ver por la mayoría y entender, que si la mayoría esta mejor, el individuo también estará mejor.
No es un camino fácil, no es tarea sencilla, pero ojalá podamos soñar que en el siguiente centenario tengamos muchos guatemaltecos celebrando con orgullo su país, construyendo una sociedad cada vez mejor, y viendo que hoy dimos un cambio de rumbo que realmente beneficio el progreso, la igualdad, la hermandad y el bienestar.
Hoy es difícil siquiera soñar, pero nos toca luchar por los que vienen, para que ellos si puedan hacer sus sueños una realidad.
Doscientos años llenos de dolor, muerte, sangre, pobreza, represión, exclusión, corrupción y una total miopía social, es momento de ver hacia atrás y aprender las lecciones que el pasado nos dejo, volver a ver los ríos de sangre que aun corre fresca por nuestra tierra, de sentir las ausencias de quienes quisieron un mundo mejor, veámoslos y aprendamos, honrémoslos, demos pasos que nos permitan construir, que nos permitan crecer, que nos permitan tener igualdad de oportunidades.
En cien años seguro no estaremos aquí para saber que sucedió, pero podemos sentar las bases para que quienes si tengan esa oportunidad, puedan sentirse orgullosos y tener las herramientas para seguir construyendo un mundo mejor, uno en el que soñar sea posible y no se pague con la vida.
Dicen que “No hay mal que dure cien años”, pero parece que ya tenemos suficientes elementos para invalidar ese conocido refrán…
¿Quien dice yo y levanta la mano para que empecemos con los diálogos sin importar que tan distinto pensamos?, ¿Quién dice yo y empezamos con las ideas, con las opciones y las acciones?, ¿quien dice yo y se suma a construir?, ¿Quién dice yo y suma sus fuerzas para apoyar a esas almas rebeldes que dentro de todo este caos siguen intentando hacer la diferencia?
Yo me apunto, ¿quien se suma?