Todo estaba dispuesto para el gran evento,
luces brillantes, música de fondo amenizando la espera, mesas impecablemente
vestidas, personajes de las más variadas características nos hacíamos presentes
en aquel evento, cada uno apoyando a su competidor preferido y dispuesto a
disfrutar de un gran espectáculo lleno de alegría, emoción y espíritu deportivo.
El ambiente era vibrante, los participantes hacían
los ensayos finales, probaban las pistas, retocaban sus maquillajes, revisaban
sus vestuarios, manejaban sus nervios de la mejor forma que podían, unos
hablando, otros en silencio practicando, otros en algún lugar alejado, todos
estaban allí para competir, todos querían un lugar en el podio y dejarían hasta
la última gota de esfuerzo en sus dos minutos de gloria, esos dos minutos que resumirían
los meses de preparación, practica, esfuerzo, sacrificio y entrega.
Poco a poco la hora se acercaba, los momentos
eran más intensos cada vez, los equipos de apoyo estaban listos con camisetas
de sus candidatos, gorras, globos, carteles, etc. Una total fiesta la que se vivía,
un desorden lleno de color, calidez y emoción…
-
Señoras
y señores, esta es la tercera llamada… ¡EMPEZAMOS!
Todos corrimos a nuestros lugares, el espectáculo
estaba por empezar, uno a uno fueron pasando los participantes, algunos en
parejas al ritmos de bachata, otros en grupo, unos más con salsa, cada uno
mostrando signos de entrega y preparación, un espectáculo singular y digno de
ser disfrutado, pero por sobre todas las cosas hubo un evento que llamo mi atención.
Una de las muchas parejas inicio su presentación,
la música llenaba todo el lugar, los aplausos aparecían en cada uno de los
complicados pases de baile, dignos de acróbatas y deportistas de alto
rendimiento. Todo parecía ir en orden, pero de un momento a otro, en uno de esos
movimientos acrobáticos, los participantes perdieron el equilibrio y ella
resbalo, cayendo al suelo, uno unos segundos de incertidumbre mientras ella ágilmente
recuperaba la compostura y ambos seguían con su rutina, pero lo que es digno de
recordar es que, casi al unísono, el lugar estallo de aplausos y gritos de ánimo,
todo el público, independientemente de a quien apoyaban, grito con todos sus
pulmones, aplaudió y le hizo saber a la pareja que podían lograrlo y que todos admirábamos
su coraje.
Puedo decir que mi piel se erizo, que la energía
que allí se generó animo a los competidores a finalizar su presentación impecablemente
y con mucho entusiasmo, la calificación poco importo, salieron ovacionados, con
el respeto de toda la audiencia, con la admiración por su valentía y con la
frente en alto, una demostración perfecta del espíritu deportivo, del trabajo
en equipo, del respeto y apoyo hacia aquellos que se esfuerzan por lograr lo
que se merecen.
Salí de esa competencia conmovido por aquella
escena y muy feliz de haber visto competir a mi hermana con elegancia, gracia y
destreza impecables. Vino a mi mente el espíritu deportista, el olimpismo, los
fundamentos de una sociedad en crecimiento, las bases de un proceso de progreso,
estaba vagando en mis nubes de fantasía cuando al llegar al ascensor escucho a
dos personas conversando
-
…
no vos, si esta mara ni bailar sabe, en otros países si saben lo que es bailar…
No escuche más, regrese a la realidad en un
aterrizaje forzoso y sin paracaídas, ensartando cada una de mis piezas dentales
en el áspero y duro suelo, pero con la esperanza que un día ese espíritu que
respire en ese salón lleno de fiesta sea la realidad de mi país, sea una
cultura, mi circulo de influencia soy yo mismo, así que desde hoy haré de esto
un habito…
¿Vos pensas hacer algo o también crees que en
otro lado si hacen las cosas bien?