Que no nos encuentre el ocaso de la vida sin un sueño en el horizonte, sin intensos recuerdos de buenos momentos, sin el alma colmada vida, sin el corazón roto y remendado, pero latiendo con pasión y gratitud. Ojalá cuando lleguen esos días, y nuestras mentes desvaríen por el peso de los años, hagamos reír a los presentes con pedazos inconexos de una vida llena de historias, de momentos, de personajes, de instantes y vivencias que se pierden en la niebla y no sea fácil reconocer entre realidades y fantasías, pero todo lleno de vida en un espíritu que se prepara para partir con gratitud por lo vivido.
Que cuando
llegue ese día, en que el parpadeo final se aproxime, tu alma esté liviana y
libre de pesos muertos, sin penas ni ataduras, sin odios ni resentimientos, sin
rencores ni peleas, que las heridas no sean más que dulces recuerdos de un
crecimiento, simplemente libre, en paz, plena, que el mundo tome su justa dimensión
y puedas sonreír al disfrutar los imple que siempre tuviste y que el señor
tiempo algunas veces no te permitió disfrutar.
Que cada día,
estés un paso más cerca de esa alma en paz, de ese corazón apasionado y de esa
vida que, al final de los días, valga la pena volver a vivir en tu recuerdo. Que la rutina y diario sobrevivir, no quiten
la oportunidad de vivir.
Que cuando
llegue el ultimo parpadeo podamos despedirnos sonriendo por el gran viaje que
tuvimos, las vidas que tocamos, los corazones que abrazamos y lo momentos que
vivimos.
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