¿Quién no se quiebra al ver al otro caído?, ¿Quién
no sufre con el dolor del ajeno?, ¿Quién no siente quebrarse un pedazo del alma
al ver la miseria en el alma del otro?, ¿Quién?, en su sano juicio, ¿no lamenta
el dolor infringido entre hermanos?, ¿Quién?, con algo de ecuanimidad, ¿puede
ser testigo pasivo del abuso sobre el otro?
No es cuestión de puntos de vista, no es cuestión
de política, es cuestión de humanidad, es cuestión de respeto y tolerancia, es cuestión
de tener el alma en paz mientras se lucha por eliminar los abusos, es cuestión de
no perder de vista el pasado que traemos a cuestas y comprender las razones que
nos llevaron a donde estamos, y en un ejercicio profundo, definamos el destino
que queremos y, como consecuencia, los cambios que debemos hacer para llegar
allá.
Pensar en una Guatemala diferente con los
mismos actores es, por decir lo menos, irrisorio, pensar en un futuro mejor
pero manteniendo los privilegios es iluso o extremadamente inocente, como
prefiera verlo, pensar que la pelea sigue siendo entre derecha e izquierda y
que fue un ente externo el que vino a generar caos, es casi un autoengaño que
muchos “desean” sea cierto, pues así abría a quien responsabilizar, a quien
culpar con toda la ira posible, a quien decirle que por su culpa, estamos como
estamos.
Pero no es así, esto es solo el inicio de la culminación
de un modelo casi feudal en el cual unos pocos son los dueños de esta tierra y
la tratan como su finca personal, incluyendo a quienes viven en ella, es el
momento en que se toma conciencia de que el modelo político solo ha perpetuado
a aquellos que convienen a un grupo pequeño, muy pequeño, y altamente
privilegiado.
Pero ahora viene la parte que nos toca a
nosotros, que está haciendo usted por abrir su mente y comprender nuestra
realidad, que está haciendo usted por saber nuestra historia y no repetirla,
que está haciendo usted para no trasladar los mismos paradigmas a la siguiente generación
y apoyarlos en el proceso de que aprendan a cuestionar, a analizar, a crear su
propio criterio y a actuar en consecuencia.
Hay muchas razones para levantar nuestras voces
y pedir que termine la impunidad, la corrupción, los pactos entre corruptos y
el proceso continuo de herir al pueblo y verlo desangrarse, hay muchas razones
para poner un alto a los abusos y buscar un país mejor, pero que está haciendo
usted, desde su metro cuadrado, para que su esquema de pensamiento cambie, para
erradicar la imposición como método de enseñanza, para sacar de su vida la ira
y el deseo de imponer en otros su criterio, que está haciendo usted para que
los ciudadanos en proceso de formación, cercanos a usted, tengan una
oportunidad mejor que la que usted tiene.
Hay mucho que cambiar afuera, pero ¿qué está
haciendo usted para ser, pensar y actuar diferente?, recuerde que la generación
que nos sigue no aprenderá de lo que decimos, aprenderá, profundamente, de lo
que ellos vean que hacemos.
¿Qué estamos haciendo?, ¿Que estamos cambiando
en nosotros?, ¿Que estamos enseñando?