viernes, 29 de diciembre de 2017

Otro más que se va.

Después de un rato de silencio en publicaciones, quiero tomarme unos minutos para despedir este año, como un ritual de despedida, como un momento para hacer una pausa, recapitular lo vivido y extraer lo mejor de todo, como exprimiendo una naranja para sacarle hasta la última gotita de jugo y hacer con este último, una bebida “espirituosa” de esas calman la mente y alivianan el alma. ¡Va el primero pues!

Se fue otro año y este siglo parece ir cada vez más rápido, ya sé que no es posible y que son solo suposiciones y formas de hablar, pero eso es lo que a mí me ha parecido, mucho por lo cual sentir gratitud, mucho amor recibido y mucho para dar, algunas lágrimas se colaron por allí y un poco de angustia por la realidad mundial, y ni que digamos de la nacional porque allí si nos podemos descontrolar, ansiedad también ha habido en alguna medida, pero si hacemos un compilado podemos decir que, a nivel total, siguen ganando, y por mucho, las cosas buenas, las que quitan suspiros, las humedecen miradas, las que aceleran la respiración, las que, por un instante, nos hacen sentir, y pensar, que hay esperanza y el humano puede evolucionar.

Con la consabida canción del año viejo en el radio, esa que dice “… yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas…” (siéntanse felices de que sus oídos no están obligados a escuchar mi poco agraciada voz intentando cantar, por no decir graznar), un “alipus “en mano y otro entre pecho y espalda, con las manos abiertas le damos la bienvenida a un 2018 que seguro traerá sus retos y aprendizajes, sus aventuras, sus logros, sus bellezas, sus tristezas. 

Antes de recibir a nuestro nuevo amigo, con el umbral del tiempo abierto de par en par, abrazamos a nuestro querido 2017, allí va el pobre, avejentado, remendado, todo golpeado, con ojos color berenjena, con caminadito entrecortado y mirada vidriosa, con alguno que otro hueso roto y varios magullones a diestra y siniestra, pero con la frente en alto, como quien nos dice, “y contra todo pronóstico, lo logré”, se despide con un cálido abrazo, queriendo decirnos con la mirada lo mucho que nos vio crecer, y la cantidad de pendejadas que nos vio hacer, pero sobre todo, como quien nos invita a que tomemos aire y recibamos a su sucesor, con la misma energía, la misma esperanza, la misma fuerza y el mismo deseo de cambiar el mundo que él nos vio en la mirada cuando se apareció.

Brindo pues, junto a ustedes y por ustedes, en agradecimiento a lo que fue y lo que no fue, a lo que vino y a lo que se fue, a lo que aprendimos y a lo que aun deberemos aprender, a quienes tuvimos y a quienes partieron, brindo por lo bello que queda, que siempre queda, y por las heridas que, en su proceso de sanación, nos harán más grandes, más fuertes, más humildes y espero, más humanos.

Otro vaso está vacío y son dos los que van ya entre pecho y espalda, y con la parte de la canción que dice “Ay me dejo, me dejo, me dejo, me dejo cosas buenas, cosas muy bonitas” les deseo a cada uno un feliz año nuevo, lleno de renovación, reflexión, esperanza y muchos sueños, porque que sería esta existencia sin sueños que inspiren, que guíen, que iluminen y que hagan volar nuestros seres internos.


¡Nos vemos el otro año pues! Musicon, otro trago y mis más sinceros deseos para la aventura que esta por empezar, !vamos a vivirla con todo!


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