viernes, 19 de mayo de 2017

Los 40 llegaron ya, y llegaron bailando cha cha cha…

Se aparecieron así, sin más, tocaron a la puerta y, con una sonrisa dulce, anunciaron su llegada las cuatro décadas, a partir de ahora son cuarenta las vueltas al astro rey las que he tenido el privilegio de acompañar a este mundo.  Aunque la verdad soy un firme creyente de que la vida no se cuenta en años, se cuenta en suspiros, en lágrimas, en risas, en heridas, en presencias, en ausencias y mucho más; y si esto es cierto, entonces puedo decir, con un bajo margen de error, que hace muchos años que soy felizmente viejo, con un corazón de niño y un alma llena de gratitud hacia esta existencia que ha estado llena de personas y momentos únicos, insustituibles, inigualables.

Han sido muchas sorpresas en esta aventura, todas y cada una de ellas están cuidadosamente conservadas en una mente cada vez menos afinada, o tal vez más astuta, esa que, con la distancia que impone el tiempo, poco a poco va entrelazando la parte de los momentos que son reales y las que son el reflejo de lo que representaron en su momento, miradas, sonrisas, caricias, despedidas, bienvenidas.

¡Cuarenta mis amigos!, empezando a vivir, como dicen mis otros cuarentones amigos en aras de no sentirse menos jóvenes, señores de las cuatro décadas, jóvenes con experiencia y tantos otros apelativos que buscan, con un poco de humor, recibir al señor tiempo en sus cuentas.

Esta vez, como las veces anteriores, en lugar de años contaré las llamadas, los mensajes, los abrazos, los besos, el cariño, las sonrisas, las amistades, las miradas, los detalles, las presencias especiales y todo eso que realmente llena el alma y acaricia lo intangible, por estos momentos es que las canas pierden relevancia y los vasos al aire, celebrando la vida, son los que se quedan estampados en la memoria.

A seguir viviendo pues, que de eso se trata la vida, compartiendo sonrisas, abrazando sueños, cuidando de los otros y de nosotros mismos, amando, siendo y estando, recordando que la vida es aquí y ahora y, por lo mismo, agradeciendo la llegada de esa edad en la que “los aeróbicos ya no bajan la panza” como dice la canción J.


¡Salud! Pues y vamos por los otros 40 que esto está solo que empieza.


A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...