El señor Gonzalez se acercó al oído
de su abogado, el mismo que le había designado el gobierno del país anfitrión,
y le dijo algo que lo dejo con cara de terror, el abogado con mirada
incrédula pregunto algo al cliente, como quien quiere asegurarse de lo que está
por decir…
- Señoría – dijo el
abogado – ¿puedo acercarme al estrado?
- Adelante abogados,
acérquense
- Señoría, mi cliente
quiere negociar…
- ¿Negociar? – dijo el
abogado acusador en un tono desesperado -
es simple, ¿es culpable o no? – dijo al abogado acusador
- Calma abogado – pidió el
juez – pero por favor explíquese señor, no entiendo que quiere negociar o por
qué motivo, este es un caso de falsificación de documentos, ¿qué hay por
negociar?
- El señor Gonzalez tiene
información de casos de lesa humanidad en su país natal, nombres, datos y
detalles acerca matanzas ocurridas en aquel país.
- ¡Eso no es más que un
pretexto! – grito el abogado acusador – es un artilugio que busca frenar el
proceso, su señoría le pido por favor desestime la petición por ser carente de
pruebas
- Es la última vez que le
pido calma abogado – dijo en tono fuerte y directo el juez – probablemente
tenga usted razón y sea solo un artilugio, como usted nombra, pero en caso sea
cierto lo que dice esto es más grande que un simple caso de falsificación, ¿el
acusado tiene pruebas?
- Puede presentarlas en un
lapso de unas semanas su señoría
- Dejaremos el juicio en
suspenso por una semana y el próximo miércoles quiero tener ante mí las
pruebas, el acusado, ya que ha mostrado voluntad de cooperar, quedara con localizador
en su pie para saber dónde se encuentra, se levanta la sesión.
Los allí presentes no alcanzaban a
entender que estaba sucediendo, las miradas eran de suspenso e intriga, un caso
de rutina que parecía no serlo más, el acusado mantenía su rostro inmóvil y su
postura erguida, agradeció con su mirada al juez y se dispuso acompañar al
guardia para la instalación del sensor con referencia geo satelital que habría
de llevar en el tobillo los siguientes días.
En su mente se acumulaban multitud
de pensamientos y preguntas, ¿habría su esposa seguido las instrucciones que él
había dado?, ¿habría salido del país con destino a aquel lugar que siempre
soñaron junto con sus hijas?, él se había asegurado de que todos los detalles
del plan estuvieran cubiertos, pero aun dependía de que su amada esposa tuviera
la decisión de ejecutarlo, con este espacio adicional que la jueza había
otorgado le daba tiempo a ella a usar sus documentos nuevos y desligarse de lo
que estaba por desatarse, no se perdonaría que por su culpa su familia se viera
envuelta en esta ola de corrupción, muerte, dolor y manipulaciones mediáticas.
Por otro lado, analizaba el
escenario que vendría, ¿estaría aún vigente el poder y la influencia que tenían
sus antiguos jefes?, ¿podrían aun dirigir a su gusto y antojo al estado y
ejercito?, ¿tendrían aun sus influencias para alcanzar objetivos aun fuera del
país?, él sabía que la pelea que estaba por iniciar era de pesos pesados y no
una simple escaramuza sin sentido.
- Señor Gonzalez, ¿está
usted claro de lo que va a iniciar? – pregunto su abogado.
- Así es
- Es mi deber, como su
abogado, informarle de los riesgos en los que incurre…
- Gracias, estoy claro.
- ¿Puedo hacer una
pregunta personal?
- Adelante abogado, puede
usted preguntar
- ¿Que ganará usted con
este caso?
- Nada y todo
- ¿Entonces que busca?
- Justicia – dijo
sintiendo el peso de la palabra en su espalda.
Dicho esto, se puso en pie y
emprendió su camino hacia las afueras de aquel recinto, con su caminar lento
pero firme, con el semblante de siempre, ese que ocultaba cualquier
sentimiento, su mirada entrenada guardaba cada detalle en su memoria, no sabía cuándo
le serviría, al llegar a la puerta giro sobre sus talones y dirigió su mirada
al abogado que seguía desde lejos al señor Gonzalez con la mirada
- Abogado, ¿puedo hacerle
una pregunta personal?
- … si…. Claro – dijo un
poco nervioso el abogado –
- ¿Tiene idea de lo que
estamos por iniciar?
- Sí, mi mente no para de
imaginar el monstruo que estamos por despertar
- ¿Qué gana usted con
esto?
- … nada – dijo el abogado
entendiendo el juego –
- ¿entonces porque lo
hace?
- Busco justicia
- Excelente, es todo lo
que quería saber, le recomiendo se prepare, despídase de su familia y prepárese
para una guerra, si cambia de opinión y decide no ser mi abogado en este caso
lo sabré entender.
- No se preocupe, aquí
estaré.
- Gracias, hasta pronto.
Salió por aquella majestuosa puerta
el señor Gonzalez, en realidad se apellidaba Cux pero había cambiado su
apellido en aquellos papeles falsos con los que solicitó asilo, esos por los
que ahora lo estaban juzgando, preparando su mente para lo que estaba por venir
y dibujando en el espacio la estrategia que debería seguir, asegurando cada uno
de los pasos a dar, era como estar en el campo de batalla, afinando una
estrategia que asegure todos los puntos del proceso, aunque esta vez sería una
batalla contra sus propios exjefes, esos que tanto odiaba y a quienes desde
hace mucho quería enfrentar.
Subió a su taxi y emprendió el recorrido,
esta vez no sería el camino a casa, había un agreste sendero por recorrer y lo
mejor sería que nadie supiera su paradero, excepto aquellos que lo vigilaban
electrónicamente.