Se descascaró la armadura, se cayó a pedazos la
barrera que protegía el alma, se esfumo la coraza y se expuso el ser, quedó
indefenso, a la vista, vulnerable, había comprendido lo profundo de la
existencia, había entendido lo que tocar
un alma significaba, había sembrado una duda que abría la puerta a una búsqueda,
había, sin buscarlo, abierto una vieja herida que se escondía del mundo y ahora
realmente empezaría a sanar, en ese momento se supo parte de un todo, pieza de
un algo, eslabón de un largo entramado llamado humanidad.
Ambos dijeron gracias, ambos partieron, no volverían
a verse jamás, no volverían a separarse nunca.
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