Sosteniéndose apenas, mientras se cae a
pedazos, con la corteza levemente sonriente y las raíces quebradas, dejando
salir suspiros al paso del viento, sintiendo el frio del vacío y contemplando
el caudal de las emociones arremolinarse frente al temblar de una mirada
inexistente y una sonrisa moribunda, dejando escurrir historias y gotear
pensamientos en lenta cadencia, marcando el ritmo al compás de un atardecer que
se obsesiona en no terminar.
Luces que se ocultan, obscuridad que toma posesión
del territorio cedido, manto obscuro que permite dejar ir la curvatura en los
labios, refugio recurrente, resguardo incansable en donde los sentimientos se
escurren en letras, y la tinta corre acelerada por los ojos, dejando salir lo
oculto, reparando las quebraduras, acariciando la corteza y dejando espacio
para que al despedirse la obscuridad la sonrisa pueda sobrevivir por un suspiro
más
La luz, lenta y tenuemente, va quitándole espacio
a las tinieblas, va dejando espacio a la mirada, y se lo ve de nuevo allí, de
pie, sonriente, dejando correr la savia en sus ramas, dejando que el calor de
los rayos iluminen su alma, enterrando las raíces a fuerza de convicción, pidiendo
simplemente que el señor tiempo le permita seguir en pie, aunque por ahora sea,
apenas sosteniéndose…
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