Y los veo allí, perdidos, buscando significados
donde no los hay, con los ojos conectados a cajas que creen saber, a ojos que
creen ver, a manos que no saben sentir y a corazones que solo saben latir, están
allí, viendo sin ver, estando sin estar, inmersos en un mundo binario que poco
o nada tiene que ver con la realidad, los veo allí, dejando ir la vida de a poco,
dejando ir los paisajes de a uno, dejando volar los sueños en parvadas.
Siguen allí, sin estar, sin siquiera notar que
son objeto de análisis, están allí viendo paisajes planos mientras el cielo,
cansado de buscar sus miradas, poco a poco va dejando escapar la luz de la vida
y da paso al manto obscuro de los sueños, las estrellas palpitan una a una, la
luna sonríe de medio lado, el viento mece los árboles y ellos, siguen allí,
viendo un paisaje plano.
Se acompañan en ausencia, comparten su no
estar, viajan en pares y algunos en grupos, pero casi todos andan sin pensar,
viven sin vivir, luchan sin saber y quieren, quieren simplemente poseer, con el
alma apagada, con una sonrisa al aire que nadie ve, que nadie siente, que todos
ignoran y que ellos creen que alguien, al otro lado de la pantalla, les sonríe de
vuelta, tal vez si, tal vez no.
Se acabó el contacto visual, la sonrisa al
saludar, se fueron las risas al hablar o las lágrimas al recordar en medio de
una tertulia, desaparecieron los momentos para recordar, aparecieron las imágenes
para compartir, en lugares que nadie ve, con personas que no se conocen, en
momentos que no se viven, con historias que no suceden en un mundo que no
existe, en vidas que no se viven, en momentos que se suicidad de a poco
mientras ven como el afán por gustar y ser seguido destruye, de golpe, la
humanidad de los instantes.
Los veo allí, solos mientras se acompañan,
aislados en plena multitud, queriendo ser vistos por ojos virtuales al otro
lado del mundo mientras los ojos presentes dejan ir, resignadamente, la mirada
que los alimenta y el aliento que los motiva.
Siguen allí, solos, y me da miedo notar, que
son multitud.