viernes, 27 de marzo de 2015

Mi amiga…

En silencio, así, callado en esta esquina absorbiendo el alcohol ingerido, observando las personas pasar, la angustia andar, el desasosiego caminar, el ajetreo correr, mientras los pequeños trozos de hielo se estrellan contra el suelo y las nubes grises saludan rampantes desde el infinito, así, callado en esta esquina observando la humanidad huyendo de sí.  Rezongando al pasar, exasperados por la humedad, desesperados por la acelerada vida, pero sin dejar de correr, mostrando duras miradas sin sonreír, sin siquiera notar que la vida está aquí, junto a mí, viéndolos también, esperando que alguien se atreva a verla, sonreírle y vivirla, sin más.

Los trozos de hielo cesan su caída, las nubes grises poco a poco parten al olvido despidiéndose lentamente, dejando ver un cielo que ahora ya es obscuro, la vida sigue aquí, una copa para ella y otra para mí, vemos pasar los minutos, que alegremente andan sin parar, dejando marcas tras sus pasos, marcas que nos recuerdan que allí estuvieron y ya no están, que lo que allí hubo no habrá más, y que la copa una vez llena no tiene nada más en su interior.

Despido a mi amiga vida, con quien compartí en soledad estos minutos de contemplación, en donde las palabras no existieron, el vino se extinguió y, como suele pasar en esta existencia, todo pasó, se fue, sin que muchos notaran que ya pasó, o que no pasó según cada uno.

Cual espíritu que vuelve a la vida me dejo llevar por la marea de muertos vivientes, acelero el paso y regreso al ritmo acelerado que muerto me mantiene vivo, que ausente me mantiene presente, que en la distancia me hace creer en la presencia, pero antes de volverme autómata volví la mirada y allí estaba ella, sentada en la misma esquina, riendo de mí, y alzando su copa como el amigo que brinda y me recuerda que estará allí, esperando, para cuando nuevamente decida vivir.

El paso se acelera, el teléfono suena, el trabajo apremia, la vida se queda allí, esperando de nuevo un espacio en el que juntos podamos conversar en silencio y contemplar a ese mundo que vive sin vivir.


Hasta pronto amiga vida, espero verte de nuevo, cuando otra vez, deje de morir por un momento.


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