Paso
a paso avanzaban por los bosques, en los próximos días habrían también de atravesar
montañas, ríos, lagos y valles, pero al príncipe no parecía importarle mucho,
su mente tenía muchas preguntas, ¿quién era Malquievac?, ¿Quién lastimaría a
Pinamilo?, ¿Qué harían para que nadie saliera lastimado en esta aventura?...
sumergido en sus pensamientos estaba cuando recordó que no estaba solo, principalmente
cuando escucho las tripas de alguien rugir de tanta hambre, entonces se detuvo
y lentamente giro sobre sus talones para ver a quienes le seguían
Allí
estaban todos,
BruLuc,
ese era el nombre de aquel ser extraño, alma noble, forma de perro, alas de ángel,
mirada de hermano, era el más cercano amigo del príncipe, siempre estaba allí para
él, lo acompañaba mientras dormía y también en sus noches de insomnio, estaba
junto a él en días de juego y en momentos de riesgo, como hueso y musculo,
siempre uno al lado del otro, BruLuc era ese amigo, guardián y confidente
incondicional que todo príncipe siempre tiene.
El
mago, despistado y locuaz, olvidadizo y un poco anciano, siempre riendo y
apuntando todo en un papel, hablando solo muchas veces, tenía una memoria grandísima,
aunque algunas veces le costaba recordar como lo había aprendido, siempre
recordaba los ingredientes, las recetas y los tratamientos que podía utilizar
en cada ser del reino mágico, nadie sabia de donde había llegado el mago, y
nadie sabía cómo se llamaba, bueno casi nadie, todos le decían “El Mago”.
Tito
y Teto eran los duendes, personajes totalmente opuestos el uno del otro, uno
jovial, alegre y fiestero, el otro gruñón, enojón y rezongón, pero siempre
unidos, trabajando juntos y al servicio del mago, aparecían y desaparecían a
placer, comían nueces, maíz, coco, frutas y bebían mucha agua, eran expertos en
conseguir ingredientes secretos y difíciles de encontrar, eran los ayudantes
estrella del mago, aunque nadie sabía nunca quién era Tito y quien Teto
- Disculpen amigos,
he venido tan concentrado en mis pensamientos que he olvidado que debíamos comer
y descansar – dijo el príncipe
-
GUAU!!! GUAU!!! –
exclamo agradecido BruLuc, de él era la barriga que rugía de hambre
-
No te preocupes príncipe,
prepararemos la cena – dijo uno de los duendes
-
Acampemos aquí príncipe,
aún estamos en área segura de tu reino, descansemos y cenemos, mañana nos
espera un viaje extenso – dijo el mago mientras algo apuntaba en un raro libro
que llevaba.
Tito
y Teto fueron por la cena, era impresionante lo que podían conseguir, a mitad
del campo y donde pareciera no haber muchos ingredientes a la mano, lograron
conseguir muchas cosas y el menú era digno de un festín, puré de calabaza picante,
ensalada de vegetales voladores con toques de nueces de montaña escondida,
quesos de los mejores sabores y un pan que hasta parecía recién salido del
horno.
Comieron
y rieron durante aquella noche, BruLuc saltaba de la emoción y aullaba sin
aparente razón, el príncipe los observaba a todos y se sentía muy alegre por
ellos, aunque su corazón seguía triste al imaginar el dolor de su amigo
Pinamilo, los duendes discutían entre ellos alegremente mientras bebían vino de
frutos rojos del bosque escondido, Mago estaba más bien pensativo, revisando cálculos
y documentos, comiendo casi distraído y viendo al cielo como quien estudia las
estrellas
-
¡SANTO CIELO! –
exclamo sin previo aviso Mago
-
¿Qué pasa mago? –
dijo el príncipe muy asustado y viendo si los demás estaban bien
-
Príncipe, he
revisado apuntes y he relocalizado algunos cálculos, debemos acelerar el paso,
los ríos del sur, que son los que debemos atravesar estarán en su punto más caudaloso
en unos días, sino logramos llegar antes de que crezcan demasiado será muy difícil
cruzarlos.
-
¿GUAU? – BruLuc no
tenía clara la información
-
Entiendo mago,
gracias por el aviso, mañana saldremos muy temprano, debemos cruzar los ríos
antes que sea demasiado peligroso, BruLuc solo puede volar en bosque de los
arboles parlantes, sus alas no funcionan fuera de ese lugar.
Todos
levantaron las cosas de la cena, se metieron en sus bolsas de dormir y se
juntaron, BruLuc, como siempre, se quedó haciendo guardia, debía cuidar al príncipe
y a sus nuevos amigos, nada debería ponerlos en riesgo.
Los
duendes se metieron en la bolsa del mago y minutos después casi todos dormían,
excepto el gran cuidador.
-
¡GUAU! GRRRRRRRRR – ladró y gruñó BruLuc
-
¿Que pasa amigo? – dijo el príncipe mientras Mago y los duendes se ponían en
pie
-
GRRRR – seguía gruñendo y con las vista fija en el bosque, en la obscuridad
-
¡LUCERIANIO! – exclamo el mago y una luz ilumino el área obscura del bosque
Todos
quedaron impresionados, nadie esperaba lo que veían, allí erguida estaba frente
a ellos la reina Ratapez, su nombre Bianca, quien al ser vista por el príncipe
se inclinó y lo saludó
-
Saludos buen príncipe,
vengo a unirme a esta travesía, quiero ayudarlos en la búsqueda del unicornio
pinto, yo sé de caminos que pocos conocen
-
Eres bienvenida
Bianca, nos diste un gran susto, BruLuc nos alertó a todos
-
Tienes un muy
buen guardián príncipe, es la primera vez que me escuchan acercarme, saludos
amigo BruLuc, lamento haberte exaltado – dijo la reina ratapez
-
Es más que un guardián,
es mi amigo – dijo el príncipe mientras BruLuc movía su cola – únete a
nosotros, descansa, mañana saldremos muy temprano.
Todos
volvieron a dormir, ahora los acompañaba también la reina ratapez, reconocida
en el reino por su sabiduría, valentía y habilidad, ella seria ahora también
parte del intrépido equipo que buscaba en los confines del reino por la cura
para su amigo Pinamilo.