Hace poco me topé con un post interesante,
hablaba del conflicto armado interno de Guatemala y de cómo la opinión publica
estaba sesgada y apoyaba a la ex guerrilla, palabras más palabras menos hacía
constar que el ejército estaba en la obligación de atacar a los guerrilleros,
en aras de defender la soberanía nacional, y que si en el proceso se atravesaban
poblaciones inocentes pues era simplemente un efecto colateral. Algunos le respondieron que la estrategia
guerrillera de usar escudos humanos civiles era aceptable en vista de las diferencias
de poderío además de resaltar los abusos cometidos por ejercito, el post de
este bloguero me hizo revivir muchos sentimientos en mi ser, pero más allá, me
hizo nuevamente recordar el daño tan despiadado que genero el conflicto y como
el día de hoy seguimos siendo víctimas de aquellos días.
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¿Quién
empezó el conflicto?
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¿Quién
fue más cruel?
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¿fueron
250 mil muertos o “solo” 100 mil?
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¿Quiénes
eran valientes?
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¿Quiénes
los miedosos?
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¿Quiénes
las víctimas?
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¿Quiénes
los victimarios?
Así puedo listar un sinfín de preguntas, muchas
sin respuesta, y así puedo relatar como inician y se enfrascan muchos de los
acalorados diálogos en los que eruditos de pacotilla, que con teorías e ideologías
políticas y económicas creen tener la razón, la verdad absoluta, la solución perfecta,
creen saber más que el resto y por tanto creen tener derecho a imponer su
criterio. Solo recordemos que los acontecimientos más sangrientos de la
historia de la humanidad han sido liderados, casi siempre, por alguien que cree
saber más, ser más y ser mejor, por tanto, cree tener derecho de implantar su
criterio aun por la fuerza, en función del bien común, cuanta arrogancia.
Como en cualquier dialogo, como en cualquier negociación,
lo importante para llegar a una conclusión es tener claros los “datos”, los “factores”,
no se trata de hablar de lo que los demás hablan, no se trata de repetir como
loro lo escuchado en su centro de estudios, no se trata de tomar partido por
que se fue víctima de uno u otro bando, no se trata mis conciudadanos de
defender a aquel que creemos bueno y atacar a quien creemos malo, se trata de
factores, se trata de datos, se trata de simplemente conocer la verdad, ya después
hablemos de perdón y siguientes pasos.
Señalar que la guerrilla quería únicamente implantar
el comunismo o que todo el ejército decapitó bebes inocentes, es simplemente
tener verdades a medias, es generalizar y por tanto, cometer el mismo error en
ambos extremos de la realidad, y con generalidades, con verdades a medias, con
raciocinios sesgados no se llega a ningún lugar, creernos dueños de una verdad
absoluta nos hace tan pequeños y arrogantes, tan inútiles en el proceso de
buscar la verdad que dejamos ir los tan útiles factores.
Si queremos realmente dejar esto atrás y
empezar a construir una sociedad sana y nueva, lo cual requerirá muchas décadas
cuando menos, debemos dejar atrás nuestros paradigmas y empezar a realmente entender
que sucedió, como fuimos manipulados los guatemaltecos por gobiernos
extranjeros, como NO todos los izquierdistas fueron guerrilleros y como NO
todos los soldados fueron asesinos, veamos las victimas con respeto y prometámosles
que no caerá ni una víctima más a causa del fanatismo de cualquier índole,
incluido el religioso, de rodillas pidamos perdón por la indiferencia y la
frialdad con la que hablamos de muertos y estadísticas sin hacer nada por tener
un cambio, por la memoria de aquellos que dieron su vida por defender sus
ideales, sin importar de qué lado del conflicto estaban, por ellos recordemos
el valor del dialogo, el poder de la negociación y el obscuro futuro que nos
espera si no decidimos crecer como sociedad y empezar el proceso de perdón.
¿Qué si es importante llevar ante la justicia a
los culpables?, claro que sí, llevarlos con pruebas ante la justicia y exigir
que la ley los juzgue con toda la severidad, pero eso sí, recordando que en
este país todos nos regimos bajo la misma ley y que para esa señora no hay
diferencias, no hay ladino e indígenas, no hay soldados y guerrilleros, no hay
comandantes y generales, no hay comunistas y capitalistas, no ricos y pobres,
para esa señora simplemente hay guatemaltecos y todos habremos de ser medidos
con la misma regla y quien deba pagar por sus actos que lo haga.
Quien crea que no es víctima de ese conflicto
vive en una burbuja de fantasía, quien piense que por no tener un familiar
muerto o desaparecido salió ileso del conflicto es tan miope como quien piensa
que un funcionario corrupto solo le roba a los demás, quien en su mente crea
que aquí no hay dolor y simplemente hay que olvidar y seguir debe recordar que
quien no aprende la lección habrá de repetir el error tantas veces como sea
necesario, hasta aprender la lección.
No es tarea fácil, eso está claro, pero debemos
buscar la verdad por todos los medios, sin fanatismo, sin prejuicios, sin
paradigmas, simplemente la verdad, los factores, aprendamos de las heridas, que
son muchas, e iniciemos el camino de la sanación y unidad, dejemos de gritar y
empecemos a escuchar, dejemos de imponer y aprendamos a entender, dejemos la
arrogancia y aprendamos de humildad, dejemos de lado las ideologías y
recordemos que somos guatemaltecos antes que cualquier cosa.
Si algo hemos de aprender de lo sucedido es que
únicamente con el dialogo abierto y transparente lograremos lo mejor para la mayoría,
tal vez no todos estén de acuerdo, pero si la mayoría lo decide y lo cree
mejor, entonces habremos de tomar ese camino, en paz, en armonía, en hermandad,
con inclusión y con crítica constructiva, buscando siempre el bienestar común.
Hay tanta sangre en mi tierra
Hay tanto dolor en mi patria
Hay tanta indiferencia en mi pueblo
Hay tanta rabia en mí…
El tiempo me he enseñado que para aportar
primero debo entender, para entender primero debo abrir mi mente, para abrir mi
mente primero debo alejarme de dogmas y paradigmas, que para alejarme de dogmas
y paradigmas primero debo sanar mi interior y para sanar mi interior debo entender
que es lo que me lastima.
Si queremos que esto cambie, seamos el ejemplo
y aportemos con responsabilidad, escuchemos con humildad y aprendamos la lección,
y más importante aún, enseñemos a nuestros hijos de tolerancia e inclusión, de
respeto y dialogo, simplemente mostrémosles el camino correcto para tener un país
mejor y para que ellos no tengan que aprender una lección que nosotros no
aprendimos.
A mí no me contaron, yo lo viví… igual que el resto de Guatemala.