domingo, 26 de mayo de 2024

Horizonte del ayer.

Con el aroma de café aun explotando en todos los sentidos, y mientras el inclemente verano nos rodea con su abrazo asfixiante, a la sombra de algunos árboles cercanos, la vista se clava en vivencias ajenas llenas de vidas pasadas, llenas de estampas en sepia que se agolparon en la mente, como quien muestra que el horizonte de los ayeres no está ten cercano como parecía.

 Con la vista clavada en la lejanía, entendiendo que los momentos están más allá de lo imaginado, aun cuando hay un esfuerzo de arañar con todas las fuerzas el volar del tiempo, y cuando bajo las uñas pareciera estar aun fresca la vivencia en mención, la realidad es que es nuestra mente quien nos hace pensar, que fue ayer, la realidad es que fue hace mucho.

La nostalgia se cuela por esas rendijas de introspección, como atraída por el aroma a café, nos recuerda como ha fluido entre nuestros dedos el tiempo y ante nuestra existencia ha pasado la vida, algunas veces logramos acariciarla, tocarla, sentirla; otras veces únicamente fuimos testigos mudos de su andar si saber, aun diciendo que lo sabíamos, que cada paso era único, irrepetible y no volverá.

Los cafés que bebimos, los vinos que disfrutamos, las canciones que cantamos, las que bailamos, las risas que compartimos, los abrazos que vivimos, los descubrimientos que hicimos, el amor que dimos, todas las vivencias que experimentamos, todo eso, y aquello que se esconde tras algún aroma, tras alguna tonada, tras algún libro, quedó en aquel horizonte que no ha de volver, y aunque algunas veces quisiéramos pensar distinto, cada vez esta mas lejos de lo que creemos.

La taza de café esta vacía, el calor sigue en aumento, las personas que estaban en la mesa de al lado ya han cambiado, y el horizonte sigue, paso a paso, como lo ha hecho siempre, alejándose casi imperceptiblemente, pero dejando claro que el esta solo como referencia y no volverá.

Otro café por favor, para apaciguar a la nostalgia y un vino, que hemos de seguir creando momentos, hasta que la vida nos lo permita, y quien sabe, tal vez también después de eso.



A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...