martes, 22 de marzo de 2022

Llegaron los 14

Y el tiempo se va pasando, goteando a borbotones, lentamente pero sin detenerse, escurriéndose entre nuestras ganas de apresarlo, haciéndole frente a esa ilusión nuestra de creer que no avanza, que no se mueve, pero como bien saben las estrellas, la realidad es que los fugaces somos los humanos.

Ante nuestros ojos es que nuestros hijos dejan de ser bebes y se convierten en niños en un parpadeo, en un voltear a ver nos damos cuenta de que ahora son adolescentes, disfrutamos de su evolución, disfrutamos de su crecer, disfrutamos de la construcción de ese ser que con sus propias manos están creando, pero también se impregna la nostalgia de los años pasados, esos que las imágenes y los vídeos nos ayudan a mantenerlos frescos en nuestras memorias.


Un vistazo al espejo nos muestra unos destellos blancos, un recordatorio de que por aquí también pasa el tiempo, y algunas veces también pesa el tiempo, los achaques se hacen presentes, pero la felicidad de ver a los bebes poco a poco convertirse en adultos es un sentimiento agridulce que algunas veces nos llena el alma, nos colma el corazón y otras se hace acompañar de la nostalgia.


Pelear con el tiempo es inútil, guardarlo en el alma algo ayuda, ver crecer a los hijos en este mundo loco algunas veces aterra, pero el verlos con esa valentía irreverente con la que enfrentan los retos, esa resolución personal de siempre ir al frente, es pasión inagotable por aquello que les llena el alma, esa energía inagotable que les permite hazañas que ellos aun no dimensionan, eso, y mucho más, es lo que hace tener un poco de esperanza en que la vida será mejor, poco a poco, y con algo de vergüenza, habremos de entregarles la estafeta de este mundo, de esta vida, y hemos de confiar que les dimos las herramientas correctas para hacer de este mundo, uno mejor.


Allá van pues los patojos, creciendo, soñando, construyendo, madurando, siendo cada vez más independientes, mas resueltos, viendo este mundo con otros ojos, esta realidad con otra alma, esta vida con otros sueños.


14 años han pasado desde que llegaste a este mundo, 14 años en que cada día me has regalado una sonrisa, una enseñanza, que me has dado una caricia, que me has apapachado el alma con tu presencia, que me has hecho reír a carcajadas, levantarme adolorido por intentar jugar con tu nivel de energía, que has hecho que como padre me sienta orgulloso, feliz, colmado de amor y agradecido con la vida por darme un hijazo como vos.


Felices 14 chaparrito, que vengan muchos años más para que sigas siendo, soñando, construyendo y sobre todo, viviendo con toda el alma.


¡Salud pues! (aunque vos no podes tomar, pero yo si 💓 )





A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...