viernes, 21 de julio de 2017

¿Estaremos vivos?

Es en la vacía resonancia de la multitud es en donde más fuerte resuenan las voces de melancolía, al ver carreras sin rumbo definido, consumo sin sentido, tristezas adormecidas y una gran masa humana sucumbiendo a la cotidianidad insulza, a la rutina hueca, al ruido ensordecedor del murmullo, a los alaridos vociferantes de la publicidad.

Almas angustiadas, miradas distantes, caminares pesados, suspiros lejanos y sentires apados.  Todos van de vuelta, o llegando, tal vez no saben bien la diferencia.  Sonrisas para la cámara, obsequios por la ausencia, pantallas hipnotizantes robando el tiempo, robando miradas, robando la vida. Un cumulo de autómatas siguiendo letreros, buscando salidas, escapando a realidades, creando mentiras para ser creídas.

En una esquina escondida, tras el velo del anonimato y la indiferencia generalizada, una mirada observa aquellos andares, como el gran hermano que vigila, pero esta vez sin necesidad de esconderse pues nadie levanta la vista, tratando de entender cuando fue que todos morimos sin darnos cuenta, cuando fue que se apagaron las miradas dulces y las sonrisas genuinas, ¿cuándo fue que, sin darse cuenta, la humanidad mato su alma mientras perseguía lo tangible, lo efímero, lo momentáneo, lo palpable e irreal?

Entre este remolino de cuerpos vacíos, en donde vienen y van reflejos de almas y restos de seres, se crea una irrealidad tan real que hace dudar si estamos o no, si somos o no, si vamos o venimos.


La puerta se abre, los pasos se escuchan, los destinos se anuncian, la rutina se presenta, la vida se esconde, nuevamente derrotada por quienes se creen vivos mientras solo ocupan un espacio.

A sorbos

Sorbo a sorbo se va consumiendo el café de aquella mañana, día nublado de junio en el que el cielo parece informar que pronto dejará caer go...