Y allá van, pedazos de aire esparcidos en
fonemas que se unen para gritar, esquirlas agridulces que no quieren herir, que
buscan despabilar, abrir ojos, destapar mentes, despertar almas, con mirada
inyectada de rojo y rabia goteando por las mejillas, con el palpitar hepático y
el desangrar de la conciencia, con la ira en las venas y el control desconectado.
Y no me malinterpreten, no es efecto de vapores
alcohólicos ni de hierbas quemadas, que mas quisiera yo, no es que ande aspirando cosas y mucho
menos que alguna substancia esté infiltrada en mi torrente sanguíneo, no es el
sentimiento posterior a una noche de juerga y desenfreno ni es el resultado de
la ingestión de alguna casa de pitufo alucinógena, no, no es eso.
Es que parte el alma y mata las esperanzas, el
ver caer como moscas a las personas, ver la muerte campar en libertad, exhausta
ya de tanto andar y abrumada de conocer a detalle cada rincón de este lugar, ver tragedia en
borbotones fluyendo en el diario vivir, escondida tras la opaca cotidianidad,
jugando a ser normal, riéndose de nuestra tolerancia e inactividad.
Duele hasta el tuétano, arde la conciencia, explota la tolerancia, escurre la indignación,
gotea espesamente el remordimiento, de teorías se llena el espacio, de letras
las mentes, de artículos los papeles, pero hay alguien que no despierta, que
parece anestesiada o bajo efectos de algún obscuro embrujo, es la tan famosa “acción”,
esa que nos mueve a hacer y nos hace ser, esa que nos permite cambiar lo que
nos indigna y frenar el avance obscuro de la realidad, esa, esa dormida
sigue.
Y esgrime sus gritos el pueblo por un encuentro
deportivo por un “alguien” que dijo “algo”, y alardea la religión en contra de la
realidad cubriéndose con su manto de supuesta santidad, y se golpean las
espaldas los mártires, y se golpean el pecho los creyentes, y se hacen publicidad
los políticos, pero ella, esa que necesitamos urgentemente, ella, no despierta,
la mantienen dormida los vapores del egoísmo, del miedo, de los privilegios, de
la comodidad y la indiferencia.
Pan y Circo señores, sigamos viendo el partido
y olvidemos los niños que mueren de hambre.
Pan y Circo mis amigos, sigamos viendo los
twits del señor comediante y no veamos los que mueren en brazos de sus madres a
mitad de la calle.
Pan y Circo mis compatriotas, sigamos
discutiendo la pena de muerte y no veamos las violaciones generalizadas.
Pan y Circo para los chapines dicen los
dirigentes, así seguirán dormidos y obedientes, sin ver lo obvio, sin ver que
son los mismos que hace menos de un año quisimos sacar.
Pan y Circo pues, no hay más por hacer, hasta
que levantemos la mirada, y comprendamos de una vez por todas, que desde
nuestra esquina segura, que desde nuestra obscura comodidad, que desde lo alto
de nuestros privilegios, que desde nuestra barrera de indiferencia, desde todos
esos lugares no lograremos lo que seguramente la mayoría queremos.
Pan y Circo o con indignación y decision regresar a la acción,
es nuestra decisión.